La pobreza es el mayor obstáculo para un envejecimiento decente y seguro. La pobreza en la vejez obedece sobre todo a la relación entre mayor edad y la falta de ingresos seguros y de seguridad social, lo que amplía las posibilidades de vivir en un hogar pobre, puso de relieve ayer el economista Jorge Armando Lozano González.
Otras investigaciones han llamado la atención sobre la mundialización de la pobreza en las últimas etapas de la vida y han recomendado políticas para erradicar el problema, añadió en entrevista.
La pobreza en la tercera edad es un fenómeno difundido en los países en desarrollo, y el apoyo informal a las personas mayores está enfrentando crecientes presiones a causa de condiciones económicas adversas, la migración y los cambios en la estructura y composición familiar”
Para algunos autores la condición de pobreza de las personas mayores está relacionada con fases particulares de vulnerabilidad en el ciclo de vida; es decir, la edad pasa a constituirse en una condición de fragilidad en que los individuos descienden bruscamente del nivel de subsistencia al de pobreza con más facilidad que en otras etapas de la vida. Este argumento es seguido por muchos investigadores, para quienes las transferencias públicas a las personas mayores se justifican sobre la premisa de que ellas son más vulnerables a la incertidumbre, pues tiene menor probabilidad de recuperarse ante una perdida de ingreso o por el gasto de servicios médicos.
En los sectores medio y bajo, las transiciones hacia el retiro y la viudez reduce los ingresos ajustados por necesidades y aumentan la probabilidad de pobreza en los hogares con personas mayores.
La capacidad de las personas de disponer de bienes en general, económicos y no económicos, constituye un elemento clave de la calidad de vida en la vejez. En este sentido, la seguridad económica de las personas mayores se define como la capacidad de disponer y usar de forma independiente una cierta cantidad de recursos económicos regulares y en montos suficientes para asegurar una buena calidad de vida, hizo hincapié Lozano González.
El goce de la seguridad económica permite a las personas mayores satisfacer las necesidades objetivas que agregan calidad a los años, y disponer de independencia en la toma de decisiones.
Además, mejora su autoestima, al propiciar el desempeño de roles significativos y la participación en la vida cotidiana como ciudadanos con plenos derechos. Así, la seguridad económica es la contra cara de la pobreza en tanto permite generar las condiciones para un envejecimiento con dignidad y seguridad. Legítima aspiración de toda persona de edad avanzada que ha contribuido durante toda su vida a la seguridad social –cuando su trayectoria laboral así lo ha permite- o en el caso de no haberlo hecho por circunstancias diversas, se trata de ejercer determinados derechos (derecho a la seguridad social, al trabajo y a la protección familiar) que todo(a) ciudadano(a) debe lograr al final de la vida, explicó el analista.
Por otro lado, la participación laboral de las personas mayores se encuentra relacionada directamente con la deficiente cobertura del sistema de seguridad social, que obliga a continuar trabajando para subsistir. De este modo, los aspectos relativos a la institucionalidad del sistema de seguridad social y su financiamiento son factores coadyuvantes para determinar la participación o no de las personas mayores en el mercado de trabajo, expuso para concluir.
EL DATO:
Las transiciones hacia el retiro y la viudez reducen los ingresos ajustados por necesidades y aumentan la probabilidad de pobreza en los hogares con personas mayores.Constituye el principal obstáculo para un envejecimiento decente y seguro, pero cada vez se torna más nebuloso el panorama