Ante las fuertes limitantes que existen para poder tener acceso a las fuentes legales de financiamiento, continúa en aumento el número de empresarios –industriales, comerciantes y prestadores de servicios-, empleados, trabajadores, jubilados, pensionados y amas de casa que se encuentran atrapados por el agio, motivo por el cual no son pocas las familias que han tenido que pagar mucho más de lo que originalmente obtuvieron en calidad de préstamo, perdiendo hasta una buena parte de su patrimonio.
Los trabajadores fueron los primeros en ser tachados como sujetos de crédito, de las listas de los bancos, autofinanciamientos, otras instituciones crediticias e incluso de las propias organizaciones sindicales. Los obreros no tienen acceso a préstamos de ningún tipo, de tal suerte que también se convierten en “presa fácil” de los agiotistas y prestamistas.
La razón principal: las volátiles y altas tasas de interés que se generaron a partir de esa fecha los colocaron en cartera vencida y muchos tuvieron que renegociar y cancelar tarjetas de crédito, que literalmente les habían regalado durante el “boom” de la privatización bancaria.
En el ámbito sindical, señaló ayer el analista laboral Fausto García Castañeda, los créditos que se otorgaban a los trabajadores vía los diferentes sindicatos, como eran para la adquisición de autos o viviendas, quedaron suspendidos desde la crisis. Sin embargo, trataron de compensarlo con programas de apoyo de protección al salario.
El Congreso del Trabajo y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, a través de la Comisión Nacional Mixta de Protección al Salario (Conampros), apoyaron a los trabajadores a través de tarjetas de descuento.
Además de estos apoyos, cada sindicato cuenta con programas de protección al salario, que orientan a los trabajadores a optimizar sus ingresos.
Ante esta situación, la propia comunidad se ha encargado en un momento dado de diseñar sus propios sistemas de ahorro, mediante el llamado apoyo comunitario.
En este sentido, añadió que se calcula que hay 40 millones de mexicanos que viven en la pobreza, de los cuales 20 millones están en la miseria extrema. Para este grupo poblacional resulta imposible manejar un modelo de planeación financiera.
Sin embargo, indicó García Castañeda, este sector también maneja formas de ahorro y soluciones inherentes a la vida diaria.
“Desde la década de los años 50 del siglo pasado, la urbanización en las grandes ciudades motivó a la clase media a planear formas de ahorro para garantizar la educación de los hijos y para obtener una propiedad (casa) que les representara protección financiera, social y emocional.
En los sectores de escasos recursos prevaleció y continúa hasta nuestros días un sistema de apoyo comunitario que en un momento dado subsana esas carencias económicas, tomado de la cultura existente en el medio rural
De esta manera, concretó Fausto García Castañeda, el apoyo comunitario sustituye en muchos casos al ahorro formal de muchas familias, sobre todo si se toma en cuenta que éstas no tienen acceso a créditos otorgados por bancos e instituciones financieras.
EL DATO: La clase trabajadora vive prácticamente al día y en medio de muchas carencias y limitaciones