/ domingo 25 de febrero de 2018

Los descerebrados y sus aportaciones electorales/ columna del 25 de febrero de 2018

Es un autoengaño que se traduce en una burla contra el sentido común y la inteligencia de las personas, es lo más burdo y tonto que he visto. Es hacerse tontos a si mismos, es una farsa y un engaño que no puede tolerarse.

Después de esta etapa de sátira teatral, los ahora candidatos, tiene una veda campañil, en donde se su- pone que no pueden hacer campaña política, que, sin embargo, siguen haciendo a pesar de lo que se diga o quiera hacer creer a la gente. Nueva- mente un engaño al amparo de la legislación electoral.

A mi me ofende que existan instrumentos legales que permitan burlarse de la gente, que, además cínica y descaradamente permitan lo que se dice prohibir, en qué cabeza cabe legalizar una farsa. Vaya!, ni los mismos legisladores ni mucho menos los políticos ven con respeto dicha Ley y la transgreden porque les está permitido hacerlo.

Después de esta etapa de sátira teatral, los ahora candidatos, tiene una veda campañil, en donde se su- pone que no pueden hacer campaña política, que, sin embargo, siguen haciendo a pesar de lo que se diga o quiera hacer creer a la gente. Nueva- mente un engaño al amparo de la legislación electoral.

A mi me ofende que existan instrumentos legales que permitan burlarse de la gente, que, además cínica y descaradamente permitan lo que se dice prohibir, en qué cabeza cabe legalizar una farsa. Vaya!, ni los mismos legisladores ni mucho menos los políticos ven con respeto dicha Ley y la transgreden porque les está permitido hacerlo.

Lo patético es que la Ley haya generado la posibilidad de crear negocios familiares alrededor del tema electoral, hoy día los partidos políticos son una franquicia que permite recabar cantidades extraordinarias de dinero que nos cuesta a quienes trabajamos y pagamos impuestos.

Algo por demás absurdo es que el estado laico en que vivimos es violado y tolerado por el propio gobierno, no sólo les proporciona cuantiosos recursos económicos, sino que permite que organizaciones religiosas participen en política cuando ello está prohibido.

Lo peor de todo es que las campa- ñas políticas están llenas de descalificaciones, de acciones, rumores y filtraciones para lastimar a sus adversarios, campañas que denotan ante todo una evidente ambición de poder en donde lo que importa es ganar simpatizantes.

El ganar simpatizantes significa decirles lo que quieren escuchar, prometer lo que nunca han de cumplir, usar cualquier medio para manipular la intención de voto de los electores y lo peor, sus campañas prometen pero no explican la forma en que van a lograr.

Son campañas lideradas por ver- daderos descerebrados que no tienen la inteligencia de convencer y mucho menos explicar cómo van a lograr lo que prometen, lo que la gente exige y lo que las comunidades necesitamos.

El único candidato que es diferente a los demás y que no acude a las prácticas políticas basadas en el engaño, lo es José Antonio Meade, quien es una persona bien nacida, con amplia solvencia moral y con un entusiasmo que se sustenta en su amplia preparación académica, en su enorme experiencia como servidor público y que brilla por su inteligencia.

El sí sabe lo que quiere y, sobre todo, sabe como hacerlo y quiere hacerlo, Meade es el candidato al que en mi opinión debemos apoyar, si queremos que México salga adelante y no se convierta en una país fallido.




Es un autoengaño que se traduce en una burla contra el sentido común y la inteligencia de las personas, es lo más burdo y tonto que he visto. Es hacerse tontos a si mismos, es una farsa y un engaño que no puede tolerarse.

Después de esta etapa de sátira teatral, los ahora candidatos, tiene una veda campañil, en donde se su- pone que no pueden hacer campaña política, que, sin embargo, siguen haciendo a pesar de lo que se diga o quiera hacer creer a la gente. Nueva- mente un engaño al amparo de la legislación electoral.

A mi me ofende que existan instrumentos legales que permitan burlarse de la gente, que, además cínica y descaradamente permitan lo que se dice prohibir, en qué cabeza cabe legalizar una farsa. Vaya!, ni los mismos legisladores ni mucho menos los políticos ven con respeto dicha Ley y la transgreden porque les está permitido hacerlo.

Después de esta etapa de sátira teatral, los ahora candidatos, tiene una veda campañil, en donde se su- pone que no pueden hacer campaña política, que, sin embargo, siguen haciendo a pesar de lo que se diga o quiera hacer creer a la gente. Nueva- mente un engaño al amparo de la legislación electoral.

A mi me ofende que existan instrumentos legales que permitan burlarse de la gente, que, además cínica y descaradamente permitan lo que se dice prohibir, en qué cabeza cabe legalizar una farsa. Vaya!, ni los mismos legisladores ni mucho menos los políticos ven con respeto dicha Ley y la transgreden porque les está permitido hacerlo.

Lo patético es que la Ley haya generado la posibilidad de crear negocios familiares alrededor del tema electoral, hoy día los partidos políticos son una franquicia que permite recabar cantidades extraordinarias de dinero que nos cuesta a quienes trabajamos y pagamos impuestos.

Algo por demás absurdo es que el estado laico en que vivimos es violado y tolerado por el propio gobierno, no sólo les proporciona cuantiosos recursos económicos, sino que permite que organizaciones religiosas participen en política cuando ello está prohibido.

Lo peor de todo es que las campa- ñas políticas están llenas de descalificaciones, de acciones, rumores y filtraciones para lastimar a sus adversarios, campañas que denotan ante todo una evidente ambición de poder en donde lo que importa es ganar simpatizantes.

El ganar simpatizantes significa decirles lo que quieren escuchar, prometer lo que nunca han de cumplir, usar cualquier medio para manipular la intención de voto de los electores y lo peor, sus campañas prometen pero no explican la forma en que van a lograr.

Son campañas lideradas por ver- daderos descerebrados que no tienen la inteligencia de convencer y mucho menos explicar cómo van a lograr lo que prometen, lo que la gente exige y lo que las comunidades necesitamos.

El único candidato que es diferente a los demás y que no acude a las prácticas políticas basadas en el engaño, lo es José Antonio Meade, quien es una persona bien nacida, con amplia solvencia moral y con un entusiasmo que se sustenta en su amplia preparación académica, en su enorme experiencia como servidor público y que brilla por su inteligencia.

El sí sabe lo que quiere y, sobre todo, sabe como hacerlo y quiere hacerlo, Meade es el candidato al que en mi opinión debemos apoyar, si queremos que México salga adelante y no se convierta en una país fallido.




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