El complicado panorama económico, el desempleo y la falta de poder adquisitivo de la población han propiciado la proliferación en los últimos años de negocios privados dedicados a la usura, mismos que funcionan prácticamente sin control alguno, con tasas de interés anuales hasta de 180 por ciento, informó el ejecutivo financiero Raymundo Cruz Ramos.
Dichos establecimientos se multiplican a lo largo y ancho del territorio nacional, por lo que Aguascalientes no es la excepción, toda vez que muchos de ellos se han instalado en el primer cuadro de la ciudad, en zonas populosas y también en algunas cabeceras municipales de la entidad.
Es una realidad la presencia de más negocios dedicados a la usura. Además de las tradicionales casas de empeño, como el Nacional Monte de Piedad, en el país se han abierto negocios privados que aceptan toda clase de artículos, hasta automóviles y casas, con réditos que pueden llegar al 180 por ciento anual.
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Lo cierto es que desde hace muchos años pedir dinero a cambio de empeñar una prenda, se ha convertido en una manera de sobrevivencia económica para buena parte de la población. Se calcula que diariamente, a nivel nacional, alrededor de 90 mil personas buscan un préstamo temporal a cambio de prendas como joyas, relojes, automóviles o aparatos electrodomésticos.
Cruz Ramos subrayó que en la actualidad prestar dinero a los pobres se ha convertido en un gran negocio para unos cuantos. La plusvalía de la usura hizo que durante los últimos ocho años, se establecieran mil 800 casas de empeño particulares, en un mercado potencial de 40 millones de mexicanos, quienes de antemano se encuentran excluidos de los créditos otorgados por la banca.
Sin embargo, estas empresas de la usura funcionan con “alfileres”, debido a un marco legal limitado que las sustenta, puesto que se ejerce poca supervisión sobre sus operaciones. Además, son tales las ganancias económicas de las casas de empeño, que el Congreso de la Unión ha anunciado la elaboración de un anteproyecto de ley para aplicar acciones más rigurosas a estos establecimientos particulares vía impuestos y la seguridad jurídica de las prendas de los pignorantes.
Las únicas autoridades que supervisan o monitorean las operaciones de las casas de empeño son la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) y la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), que sólo aplican recomendaciones en caso de conflicto, lo cual genera un ambiente de desconfianza.
Hoy por hoy las personas que por necesidad acuden a empeñar una prenda a cambio de unos cuantos pesos, se encuentran en total indefensión a la hora de reclamar los artículos que empeñaron
Raymundo Cruz Ramos., ejecutivo financiero
Las casas de empeño particulares no son instituciones financieras porque no captan recursos del público, de tal suerte que no están supervisadas ni reguladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) ni por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Las actividades de las casas de empeño están reguladas por el Código Federal de Comercio en sus artículos 358 al 364 que se refieren al préstamo mercantil en general.
Los préstamos que otorgan equivalen al 35 y 40 del monto del avalúo, el cual, por supuesto, practican ellas mismas. Cobran un interés de entre 10 y 20 por ciento mensual, según el monto del préstamo. Esto da una media de 180 por ciento anual, nivel que multiplica por seis los réditos cobrados en un banco comercial a los usuarios de tarjeta de crédito, el tipo de préstamo más caro de los que ofrece la banca.
Los intereses a las casas de empeño deben ser cubiertos cada 30 días. El establecimiento espera máximo tres meses antes de adjudicarse el bien dejado en garantía, finalizó el ejecutivo Raymundo Cruz Ramos.
EL DATO...
En la actualidad prestar dinero a los pobres se ha convertido en un gran negocio para unos cuantos