En esta ciudad capital cada día son más frecuentes los casos de pérdida auditiva por exposición a ruidos ambientales y música a volumen elevado, sobre todo entre jóvenes por debajo de los 35 años. A pesar de las graves consecuencias que esto trae para la salud, las autoridades no le otorgan la misma atención que a otro tipo de contaminantes físico-químicos
Así lo puso de relieve el ingeniero Fausto Moreno Tavares, quien dijo que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil 100 millones de jóvenes en el mundo están en riesgo de sufrir pérdidas de audición por prácticas inadecuadas, como el uso frecuente y a volumen alto de dispositivos móviles y audífonos.
Dicha instancia recomienda que, para evitar deficiencias auditivas provocadas por música con audífonos, la exposición diaria de una hora no debe exceder los 85 decibeles (dB), lo que representa el sonido de un camión diésel. Una condición acústica saludable requiere exposiciones de no más de 65 decibeles, pero muchos suben el volumen de sus aparatos a más de 90.
A diario los ciudadanos de las zonas urbanas nos exponemos a diversas fuentes de ruido, que van desde las voluntarias, como escuchar música con audífonos, hasta las involuntarias, como el tráfico vehicular.
Desde hace 10 años son cada vez más los jóvenes que piden atención audiológica o que registran problemas de hipoacusia (disminución de audición), comenta enseguida.
Hasta hace algunos años, los pacientes eran de la tercera y cuarta edad. En la actualidad hay más afectados entre 18 y 35 años. Tan sólo en consulta externa de otorrinolaringología se registran más de 300 pacientes jóvenes con hipoacusia al año.
Moreno Tavares explica que las tres principales causas de traumas por sonidos intensos son las relacionadas con exposición laboral, disparos de armas de cacería o pirotecnia y los auriculares. Sin embargo, también hay quienes refieren malestares como zumbidos o disminución auditiva luego de haber asistido a antros.
Para el especialista, el problema se ha agudizado en parte porque “se han vuelto más complejos los hábitos de la mano de la tecnología” y que como sociedad estamos expuestos a más niveles de ruido de diversos orígenes, como el tráfico de vehículos, además de la recreación en fiestas y bares, puesto que hay jóvenes que acuden hasta una o dos veces por semana.
Agrega que, de los audífonos, en especial los de olivas (que se introducen al oído) causan más daño, ya que tapan el conducto auditivo; el sonido golpea directo sobre la membrana timpánica y provoca daños neurosensoriales, es decir, afecta las células ciliadas del oído. La mayoría de estas hipoacusias son irreversibles.
EL DATO:
Cada vez son más frecuentes los casos de pérdida auditiva por exposición a ruidos ambientales y música a volumen elevado