El trabajo que implica atender a una persona con Alzheimer es muy pesado porque exige mucho del cuidador, ya que en la medida en la que el paciente va perdiendo funcionalidad el cuidador tiene que incrementar sus atenciones.
Así lo planteó en entrevista, Rosa Ferrés González Sarabia, cuidadora de personas con dicho padecimiento, quien indicó que, por ejemplo, cuando la persona pierde capacidad para comer por sí misma se le tiene que alimentar, “pero luego vienen problemas para ir al baño”.
De tal forma, indicó, que el cuidador tiene que renunciar a su propia vida para hacer las funciones que deja de hacer el enfermo y esto convierte a la actividad en un ejercicio muy complicado, además de que en las familias siempre es una sola persona a la que se le delegan todas las responsabilidades.
“En mi casa –reveló- la enferma fue mi mamá y de ella nos ocupamos varios hermanos, nos pudimos distribuir las tareas y eso nos facilitó todo, pero sabemos que esto no es la regla”.
“En el área clínica –indicó- el geriatra es el que mejor entiende el problema, aunque en estos casos no se trata sólo de Alzheimer, están además todos los problemas propios de un adulto mayor y por tanto tiene que intervenir, el psicólogo, el neurólogo, el internista, algunos de los cuales, por desgracia, no tan inmersos en esta problemática”.
Pero además, mencionó que el geriatra no sólo tiene que atender al paciente, sino también a su cuidador, porque sufre diversas afectaciones en razón del nivel de estrés que vive y que paulatinamente le van a generar problemas.
El dato: El cuidador de pacientes con Alzheimer, resulta al final muy afectado, pues debe asumir las capacidades que la persona bajo su responsabilidad va perdiendo.