Como te ven te tratan, dice un viejo refrán, lo cierto es que los estereotipos dominan el comportamiento de gran parte de la sociedad, dispuesta, por aprendizaje cultural, a servir a la persona que está “bien vestida” y a ignorar a quien no lo está y esto en campañas electorales también tiene un peso.
Al respecto, el psicólogo Víctor Hernández Luevano, comentó que “durante una campaña norteamericana de los años 60s, en primer debate televisado de la historia en el que se enfrentaron J. F Kennedy y Richard Nixon, el primero se presentó de gabardina y bien aseado, el segundo llegó con ropa deportiva, un encuentro decisivo ya que las personas, sin importar lo dicho por los candidatos, apoyaron a Kennedy”.
Pero hay otros ejemplos “en el caso de las entrevistas de trabajo anteriormente se le da daba un peso importante al uso de zapatos de vestir, si el solicitante llegaba o no de traje, si era mujer, la forma en que se presentaba, sus atuendos, hoy al parecer existe un poco más de relajamiento en algunas empresas, pero los estereotipos se siguen manteniendo en muchos lados”.
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Lo anterior “se ve reflejado en las teorías de la psicología del trabajo o de la imagen donde se le da mucho interés a la imagen que se proyecta, si el encargo el empleado no va a ser muy visible, pues entonces no se le presta mucha atención a la forma de vestir, pero si el trato es directo con el cliente, como podría ser una sucursal bancaria o de venta de productos de alto valor, entonces sí se le va a dar mucha importancia los atuendos y al aspecto de la persona”.
En el caso de las campañas políticas, “la vestimenta es un elemento más de propaganda, aterrizando esto en el caso de México, en 1999, en su campaña Vicente Fox rompió los estereotipos, con la imagen de un presidente como una persona de oficina, quizá alejado de las masas populares, pero en este caso se puso mucho énfasis a las botas, calzado meramente de campo, y dio mucho de qué hablar, que si eran de charol, si las había comprado en Villa del Carbón, Estado de México y se le empezó a mencionar como el candidato ranchero y eso le dio alguna popularidad”.
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Con anterioridad “ya se había ensayado esto con Luis Echeverría y sus guayaberas, mientras su esposa María Esther Zuno Arce, vestía trajes típicos de manta, vestidos floreados, de tal forma que la vestimenta forma parte del discurso político que se va a fundamentar en la percepción cultural de la población y en sus estereotipos, a través de los cuales se clasifica a los políticos”.
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