Los homicidios en cualquier parte del mundo son un tema muy difícil de resolver. Muchos de los casos se quedan sin resolver por falta de pruebas y sospechosos, pero también están que con un gran esfuerzo y trabajo de las autoridades se logra dar justicia a la víctima.
Cada país o región tiene una determinada cifra de homicidios al año, en donde tanto mujeres y hombres no se salvan de pertenecer en alguna de esas estadísticas. En la historia, se tiene el registro de varios homicidas que dejaron su huella marcada debido a su meticulosidad o falta de emociones por cometer un acto de esta índole.
Muchos de ellos permanecieron libres y con poca probabilidad de arresto, pero otros con algún objeto tan común en la vida les ha abierto la puerta a la policía de saber su verdadera identidad y relación con sus víctimas.
Un ejemplo de ello fue un hombre peligroso que la policía había buscado durante varios años, y que sin la ayuda de un simple trozo de pizza no hubieran podido resolver este caso.
Entre los años 2007 y 2010 fueron varias mujeres, muchas de ellas, jóvenes y con trabajos dedicados a la calle, las que desaparecieron para posteriormente ser encontradas sin vida en distintos puntos de Long Island, Nueva York. El responsable manejaba una técnica de homicidio que solía aplicarla con cada una de sus víctimas, pues les generaba un fuerte daño en sus cuerpos que era complicado poder identificarlas.
La noticia de este homicida en serie se ganó la atención absoluta de los medios de comunicación, los cuales gracias a la información que las autoridades iban recabando, anunciaban que este sospechoso era un hombre blanco, de entre 20 y 40 años de edad, muy familiarizado con el entorno de Long Island, y con acceso a sacos de arpillera, los que utilizaría para la eliminación de los cuerpos.
Se supo durante varios años que, incluso, este hombre podía tener conocimientos detallados de leyes, y quizá vínculos con miembros de la policía, lo que habría ayudado a ser evitado y no detenido.
En su momento, tras una exhaustiva investigación, en julio de 2023 la policía pudo dar con una camioneta que Chevrolet Avalanche, la cual fue vista años atrás estacionada fuera de la casa de una de las víctimas, según algunos testigos. Cuando se detuvieron a inspeccionar este lugar donde se encontraba el vehículo, encontraron alrededor de 3 celulares que le pertenecían a un hombre llamado Rex Heuermann, un arquitecto que vivía con su familia en el condado de Massapequa, a pocos kilómetros de Long Island.
En estos celulares, se pudieron encontrar llamadas realizadas a los teléfonos de varias de las víctimas, lo que daba un avance en el caso. Algo más llamó la atención de las autoridades, y es que en un bote de basura afuera de esta casa, se encontró una caja con una rebanada de pizza en su interior, la cual fue llevada a un laboratorio para análisis de ADN; los resultados fueron sorprendentes para todos, pues ese ADN que pertenecía a Rex coincidió con el encontrado en el cabello de una de las víctimas.
Al tener estas pruebas suficientes, el 14 de julio Rex fue detenido y llevado ante la corte, donde se le impusieron cargos por tres de los homicidios sin posibilidad de libertad condicional. Hasta la fecha, se sabe que fueron alrededor de cinco mujeres y un hombre los que se convirtieron en víctimas de este hombre, quien, a pesar de su condena, ha afirmado que él es inocente y que habían arrestado a la persona equivocada.
Actualmente, Rex se encuentra recluido en una prisión en Long Island cumpliendo su condena por todos los acontecimientos a lo largo de estos años. Y si bien la policía, antes de su arresto, llegó a identificar a otros hombres como los posibles responsables de estos decesos, el ADN en una rebanada de pizza fue lo que llevó a que este caso se resolviera de una manera exitosa.
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