Es el grafitti no sólo un medio de expresión, sino un estilo de vida plasmado en obras visualmente atractivas que con el paso de los años se mantienen vigentes en paredes, muros, portones o en cualquier superficie amplia de espacio urbano.
Es importante señalar que el término “grafitti” proviene del italiano, luego que se conoció como “grafito” a las inscripciones satíricas realizadas durante el Imperio Romano en espacios públicos; esta actividad se popularizó a través de su incorporación a la cultura callejera en el continente americano, a la par de movimientos contraculturales como el del hip-hop, que se consideraba también como una forma de expresión.
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Por lo general, el grafitti se lleva a cabo en paredes elevadas o muy visibles, en ocasiones como marcaje territorial o de competencia por conquistar espacios audaces y ante la posibilidad de la intervención policiaca, dado que este tipo de arte se considera en ocasiones ilegal.
Existen tres tipos de grafitis, el Art Grafitti, que se asocia a la cultura del hip-hop de las décadas de los 70 y 80 en EUA, representa motivos abstractos, nombres, mensajes o simplemente un despliegue impresionante de colores; el Grafiti Público se asocia más a temáticas sociales, en éste aparecen mensajes políticos, se reiteran eslóganes y se trata de dar un mensaje a las masas, algunas veces en tono de protesta; finalmente, el Latrinalia, considerado grosero, ya que predomina en baños públicos y espacios de tránsito, puertas, ascensores, trenes y que además va desde una confesión de amor hasta amenazas.
Fue a mediados del Siglo XX que con la aparición del aerosol el grafiti tuvo un mayor impulso en las ciudades y desde ahí se convirtió en una herramienta de expresión callejera anónima pero armoniosa, ya que se plasman paisajes, personajes, diseños originales, entre otros.
En la década de los 90s, este movimiento artístico cobró la fuerza suficiente para reinventarse en métodos como esténcil, gigantografía, empapelado y otras técnicas de diseño gráfico y publicitario.
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A decir de Rosek, grafitero aguascalentense, cuyo nombre artístico es una combinación de su primer apellido y las siglas de su barrio, en los últimos años, si bien esta forma de expresión ha tenido mayor aceptación, las complicaciones para llevarlo a cabo van en aumento, dado el incremento del costo del material, sin embargo, con la mezcla de técnicas se economiza la obra, “anteriormente se utilizaba aerosol y pintura acrílica, con el incremento del precio y demanda, se deben implementar pinturas vinílicas entre otras técnicas de menor costo”.
Respecto a los estilos, Rosek resaltó que con el paso de los años se han implementado nuevas formas de expresión mediante el grafiti, biomecánico, biorgánico, 3d, realismo, de carácter, letras, entre otros; asimismo, refirió que los materiales han sido víctimas de los cambios, ya que anteriormente existían dos marcas de pintura, ahora el mercadeo tiene hasta seis diferentes en cuanto a la gama de colores, otro de los cambios de consideración es que debido al impacto de las redes sociales ya no es posible mantenerse en el anonimato, como grafitero.
Por su parte, Bane, quien se nombró así basado en un comic, expresó que una de las dificultades al hacer grafiti es que “a la gente no le agrade lo que estás pintando porque les parece que se da mal aspecto a la vía pública, sin embargo, siempre hay las formas para hacerlo”.
Además, resaltó que en la actualidad si bien se emplean otros materiales al momento de grafitear, lo tradicional es utilizar 100% aerosol, asimismo, dijo que en primera instancia se realiza un boceto en papel y luego, al conseguir la barda y el permiso, comienza a desarrollarse la obra.
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“Hay quienes ya no pintan, es un cambio de generaciones, está evolucionado esta cuestión, ya aprenden rápido el internet es un punto clave en el grafiti”, sobre los espectadores, mencionó que hay gente que “te insulta, te molesta, te buscan bronca o hay quienes te buscan para que les hagas un trabajo, hay quienes no dicen nada pero hay quienes te felicitan, puede ser un trabajo, hay quienes de eso viven en la actualidad, hacen lo que les gusta y cobran por hacer muralismo”.
Cabe mencionar que en ocasiones, el grafiti se considera legal, que es cuando se cuenta con el permiso del dueño de la barda o sitio a pintar, mientras que el ilegal resalta por realizarse a escondidas y se toma de cierto modo como un reto hacia las autoridades.
Ambos artistas coincidieron que el grafiti, además de ser un medio de expresión es un estilo de vida y una actividad que brinda paz, terapia, simbolismo y una acción para liberar cualquier problema.
“Llegué al grafiti porque me gusta ser diferente, cuando pinto me siento bien, es una droga que te ayuda al corazón y al alma, te hace feliz y a quienes conozco que pintan los veo feliz, contentos”, expresó Bane.
“Me enganché con los estilos y las formas de pintar las paredes con aerosol, cuando lo haces por primera vez no es lo que esperas pero con el tiempo vas formando un estilo y posteriormente se vuelve parte de uno, no lo dejas, yo no lo dejaré”, concluyó Rosek.
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