El pasado jueves 16 de diciembre, dieron inicio las tradicionales posadas navideñas, que pese al paso de los años y las generaciones, siguen siendo una costumbre de gran arraigo entre las familias mexicanas.

Uno de los elementos protagonistas de estas celebraciones son, sin duda alguna, las piñatas; y es que, aunque se les puede ver durante todo el año, ya sea fiestas de cumpleaños, festejos prenatales y otras ocasiones, es durante la época de Navidad cuando incrementa su producción y venta.

Sin embargo, aunque en México han cobrado una relevante popularidad, estas artesanías tienen su origen en China, donde eran utilizadas para la celebración del Año Nuevo. Se cree que fue gracias a uno de los viajes de Marco Polo, que posteriormente llegaron a Italia y de ahí se extendieron por todo el continente europeo, incluyendo España.

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Más tarde, cuando los misioneros españoles llegaron a tierras aztecas, durante los primeros años del siglo XVI, las usaron en las llamadas “misas de aguinaldo”, celebradas del 16 al 28 de diciembre, en las que se realizaban representaciones alusivas a la Navidad.

Estas “misas de aguinaldo” fueron, también, las que dieron origen a las posadas y a las pastorelas, lo que inevitablemente les dotó de simbolismo religioso; ya que que aunque actualmente podemos encontrarlas con forma de pino, reno, nochebuena, muñeco de nieve, hombre de jengibre, esfera o incluso de Santa Claus, la forma de la piñata que más se usa en esta temporada, es la de siete picos. Cada uno de ellos representa los siete pecados capitales, y los vibrantes colores que la adornan, recuerdan las tentaciones que la vida ofrece a los fieles.

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Al momento de golpearla con un palo de madera, la persona debe tener una venda en los ojos, para simbolizar la fe ciega con la que podrá vencer dichas incitaciones; y las golosinas, las frutas y demás delicias que salen de ella cuando se rompe, aluden las recompensas del Cielo para quienes vencen al pecado.

Desde entonces, y aún con algunas modificaciones en las prácticas tradicionales, las piñatas se convirtieron en un distintivo de estas fechas; pues no hay posada en la que chicos y grandes se emocionen por igual al “pegarle” a la piñata, para poder saborear de las delicias que contiene.

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