La Lotería Mexicana es uno de los juegos de mesa más antiguos y de mayor tradición en el país, pero ¿cómo y cuándo es que llega a tierras aztecas este divertido pasatiempo?
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Aunque se ha convertido en protagonista de fiestas populares y verbenas en México, este juego tiene su origen el Italia, en el año 1400, cuando entre la sociedad mediterránea se practicaba un juego llamado Lotto, que consistía en obtener cinco número de un total de 90, y cada uno de ellos estaba relacionado a una imagen. Con rapidez, su popularidad se extendió por toda Europa; hasta que en el año 1769, los españoles lo trajeron a México, en el periodo de la Nueva España.
Su uso, en un principio, predominaba entre las clases más altas de este lugar; sin embargo, durante la Guerra de Independencia, los soldados la jugaban como distracción. Ya cuando la contienda terminó, replicaron este pasatiempo en sus hogares, por lo que su uso de extendió a toda la sociedad.
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Con el paso de los años, se convirtió en uno de los juegos favoritos de los mexicanos, que le brindaron un lugar especial durante la celebración de ferias, fiestas patronales y otras festividades. Al mismo tiempo, las imágenes originales se modificaron, agregándole aquellas que eran representativas de la cultura nacional.
Se cree que las imágenes que actualmente ilustran los cartones de la Lotería Mexicana, fueron diseñadas por el empresario francés Clemente Jacques, y fueron impresas por primera vez en 1887.
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Actualmente, la lotería está conformada de 54 cartas, aunque versiones reducidas para fines didácticos, en papelerías o juguetería, incluyen sólo 24.
Otro rasgo que distingue a este juego, es la algarabía y poética popular que se hacen presente cuando se “cantan” las tarjetas. Es decir, una persona conocida como el cantor, anuncia cada una de las cartas, aludiendo las cualidades de la imagen correspondiente. Existen más de 50 formas de “cantar” la lotería; por ejemplo, para el Catrín “Don Ferruco en la Alameda, su bastón quería empeñar”; para la Dama, “La chula de Severiana, un tacón quería empeñar”; la Sirena, “medio cuerpo de sirena, medio cuerpo de mujer”; la Bandera, “bonito cinco de mayo, el pabellón nacional”; y el Negrito, “para negros, en la Habana, uno acaba de llegar”, por mencionar algunos.
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