Durante seis décadas y tres años, el Maratón Guadalupano ha tejido una rica tradición en el tejido social de Aguascalientes, convirtiéndose en un evento emblemático que trasciende lo deportivo para convertirse en un símbolo de unidad y solidaridad.
Desde sus modestos inicios hasta la magnitud actual, este maratón ha forjado vínculos comunitarios alrededor de la devoción a la Virgen de Guadalupe y el compromiso con un estilo de vida saludable. La combinación de lo atlético y lo espiritual ha permitido que el Maratón Guadalupano no solo sea una competencia deportiva, sino también una manifestación colectiva de fe y camaradería.
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A lo largo de los años, el evento ha evolucionado, pero su esencia ha permanecido inquebrantable. La participación masiva de corredores, tanto locales como foráneos, ha transformado las calles de Aguascalientes en un escenario vibrante de determinación y resistencia. Sin embargo, más allá de los kilómetros recorridos, es el espíritu comunitario que impulsa a cada corredor lo que ha elevado al Maratón Guadalupano a un estatus singular.
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En un mundo cada vez más fragmentado, este maratón se erige como un faro de cohesión social. Las calles se llenan de familias que alientan a sus seres queridos, amigos que se apoyan mutuamente y desconocidos que comparten una meta común. El Maratón Guadalupano se ha convertido en una plataforma para construir puentes entre diversas comunidades y generaciones, demostrando que el deporte puede trascender las barreras y unir corazones.
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