Era una mujer de una sola pieza, recia. Su estilo interpretativo adquirió un carácter propio, único e inigualable. Ella era María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela Vargas.
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Nació en Costa Rica, el 17 de abril de 1919, pero a la edad de 17 años, se trasladó a México, donde vivió hasta el último de sus días. En este país conoció a José Alfredo Jiménez, con quién entabló una entrañable amistad y de quien interpretaría decenas de canciones. Incluso, se dice que juntos se iban de parranda, como “dos alegres compadres”. Y es que la imagen de Chavela era poco usual para su época, pues usaba pantalones de hombres, se le veía fumar con bastante frecuencia y portaba una pistola.
Además de su peculiar voz, se distinguía por llevar siempre un sarape rojo, lo que le valió el sobrenombre “La Dama del Poncho Rojo”.
Curiosamente, su talento para cantar música regional mexicana le dio fama más allá de las fronteras de este país, como Argentina, España y Francia.
Tal como mencionó en alguna de sus entrevistas, su deseo era morir en domingo para que la velaran entre lunes y martes, y así “no echarle a perder el fin de semana a nadie”, Chavela dejó de existir un domingo 05 de agosto, en la Ciudad de México. Los días siguientes se le rindió homenaje en la Plaza Garibaldi, así como en el Palacio de Bellas Artes.
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A ocho años de su muerte, recordamos su maravilloso legado con tres de sus mejores interpretaciones.
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