Dentro de las siete luminarias con la que cuenta Valle de Santiago, el cráter de Hoya de Álvarez es además de un atractivo visual e histórico, un referente en el modo en que los vallenses se han acolado a vivir entre estos cráteres, que representan una opción ideal para disfrutar de un recorrido en familia.
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A tan solo 8.1 kilómetros al sur de la ciudad, se encuentra el “pueblo del cráter”, llamado así por ubicarse dentro de lo que fue uno de los volcanes de esta zona del estado de Guanajuato, en donde sus habitantes han aprovechado el inigualable paisaje e historia de su localidad para atraer a turistas amantes de la naturaleza y por supuesto de las tranquilas aguas que ofrece su pequeño balneario, al que los visitantes pueden acudir y disfrutar de las albercas con agua fría de los manantiales que existen en el lugar.
Los bordes del cráter miden unos dos kilómetros de diámetro exterior y su diámetro interior unos mil 200 metros, cuyas tierras son aprovechadas para el cultivo de granos de riego y temporal desde tiempos ancestrales cuando las tribus nómadas se hicieron sedentarias y formaron ahí un centro ceremonial.
Se le llama Hoya de Álvarez pues estos nombres son apellidos de los antiguos propietarios, pero el nombre que ostentó desde los años del 1300 fue Saratángato, que quiere decir lugar como cedazo que se obscurece temprano, es un cuenco volcánico.
El asentamiento humano fue posible gracias a cuatro preciosos manantiales que en todo tiempo del año rendían su útil líquido, tanto para uso agrícola como para calmar la sed de sus internos habitantes.
Entre la flora que existe en la región se puede encontrar palo amarillo, palo blanco, palo prieto, palo santo, palo dulce, palo bobo, así como los productores de gomas tales como copal y perimo.
Además de poder disfrutar de esta experiencia, también la gente puede acudir en la noche para que desde el centro del volcán, puedan apreciar las estrellas y constelaciones al ser considerado un observatorio astronómico.
Sus leyendas
En la zona se escuchan leyendas como la de la Cueva de la Muerta, mítica caverna en donde un cadáver femenino cuida celosamente de un tesoro magnífico, hay quienes incluso afirman que dicho tesoro tan existe que perteneció a algunos de los forajidos que asolaron la región a fines del siglo XIX y principios del XX quienes utilizaban estos parajes abruptos y solitarios para esconder el producto de sus fechorías.
Otra leyenda, también asociada a las laderas cavernosas de este cráter, es la de la Cueva del Aire, supuesta gruta natural que atraviesa de lado a lado el cono volcánico y cuyos enconados vientos impiden cruzarla. Ciertas o no, ni duda cabe que estas consejas populares dan otro toque de interés y admiración para el visitante.
Es una de las siete luminarias que existen en el municipio de Valle de Santiago, además de un atractivo visual al existir viviendas en el interior del cráter, también la gente puede acudir y disfrutar de las albercas con agua fría de los manantiales que existen en el lugar.