/ lunes 16 de agosto de 2021

Una crisis para cuestionar nuestro sistema de salud

La pandemia se ha prolongado más allá de lo que muchos esperamos en algún momento. En México —y en todo el mundo— teníamos un antecedente que parecía similar: la epidemia por el virus de la influenza A(H1N1), que curiosamente también tuvo lugar en marzo, pero de 2009.

En aquel entonces, bastó un par de semanas de aislamiento, aunado a ciertas medidas sanitarias para mitigar su impacto y que pudiéramos volver a la normalidad. El golpe en términos de salud pública, económica y emocional fue mucho menor en contraste con lo que vivimos actualmente a causa del coronavirus.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los casi 16 meses de la pandemia por el virus A(H1N1) se registraron 493 mil casos confirmados y 18 mil 600 muertes. Por el contrario, para el 31 de marzo de 2020, la OMS informaba de 750 mil 890 casos confirmados y 36 mil 405 muertes a causa del virus SARS-CoV-2, cifras que ya rebasaban por mucho el número de contagios y víctimas fatales por influenza A(H1N1).

¿Cuáles son las diferencias entre ambas pandemias? Las causas son multifactoriales, pero los especialistas identifican una diferencia importante: el SARS-CoV-2 es mucho más transmisible y letal que el virus de la influenza A(H1N1); además, aunque la vacunación avanza, ninguna persona tiene inmunidad contra el coronavirus. El escenario fue distinto en el caso del virus A(H1N1), pues ya existían medicamentos para tratar la gripe común que, a su vez, fueron eficaces para mitigar los padecimientos asociados a la influenza.

En este momento, nos encontramos en la llamada tercera ola de contagios, ¿cómo debemos dimensionar este fenómeno? Según la Dirección General de Epidemiología (DGE), durante la primera semana de enero de este año, se registraron 112 mil 812 casos positivos de COVID-19 a nivel nacional, un elevado número que llevaba justamente a pensar en un segundo embate de la enfermedad, mucho más intenso que en el inicio de la pandemia. Finalmente, la tercera ola se resintió en el transcurso de esta semana, un periodo en el que la DGE dio a conocer que se habían superado los 113 mil 664 casos positivos.

Al respecto, el Dr. Alejandro Macías, ex comisionado de Influenza en México, sostiene que luego de esta tercera ola se contempla una caída rápida para finales de agosto o mediados de septiembre; sin embargo, nada está escrito aún, de ahí la imperiosa necesidad de mantener las medidas sanitarias para contener los contagios y evitar que ocurran más muertes.

En este sentido, el Dr. Francisco Moreno, jefe del área COVID en el Centro Médico ABC, formula una precisión clave para comprender este fenómeno: en términos generales, las autoridades diariamente reportan cerca de 20 mil personas contagiadas, pero si esta cifra se multiplica por 30, concluiríamos que cada día hay medio millón de mexicanos contagiados por coronavirus. En palabras del Dr. Moreno, se espera la caída en el número de contagios, debido a que el virus no puede estar infectando a ese número de mexicanos por dos meses, porque se le van a acabar.

Por supuesto, el momento de la pandemia es muy diferente a lo que sucedía a inicios de año y aún diametralmente distinto a lo que ocurría el año pasado. Poco a poco, las campañas de vacunación avanzan y la preocupación se centra en contener las nuevas cepas del coronavirus, cuyas mutaciones las vuelven muy contagiosas, pero no por ello inmunes a las vacunas que se han desarrollado. En México, según el Dr. Alejandro Macías, se calcula que el 70% de la gente ya tiene inmunidad, de ahí que el sector más vulnerable sea la población joven. Nuestra responsabilidad, por lo tanto, es cuidarnos, mantener las medidas de higiene y de sana distancia, pues aún estamos lejos de doblegar la contingencia sanitaria.

Siempre he creído que las crisis abren paso a las oportunidades y esta pandemia nos ha permitido cuestionar y evaluar nuestro sistema de salud, así como su capacidad de respuesta para enfrentar una emergencia sanitaria como la que vivimos actualmente. Es necesario que hablemos de salud, debemos asumir con responsabilidad lo que sucede en nuestros sistemas, para ofrecer a la gente la atención de alta calidad que merece, pero también para conocer nuestro entorno y saber cómo enfrentar futuras contingencias sanitarias, pues si somos capaces de superar los más difíciles desafíos, tendremos lo necesario para asumir los pequeños retos cotidianos, no por ello menos importantes, pues cuando hablamos de salud no podemos reducir los datos a meros números, porque cada cifra es la vida de una persona y el afecto de sus familiares, amigos y seres queridos.

La pandemia se ha prolongado más allá de lo que muchos esperamos en algún momento. En México —y en todo el mundo— teníamos un antecedente que parecía similar: la epidemia por el virus de la influenza A(H1N1), que curiosamente también tuvo lugar en marzo, pero de 2009.

En aquel entonces, bastó un par de semanas de aislamiento, aunado a ciertas medidas sanitarias para mitigar su impacto y que pudiéramos volver a la normalidad. El golpe en términos de salud pública, económica y emocional fue mucho menor en contraste con lo que vivimos actualmente a causa del coronavirus.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los casi 16 meses de la pandemia por el virus A(H1N1) se registraron 493 mil casos confirmados y 18 mil 600 muertes. Por el contrario, para el 31 de marzo de 2020, la OMS informaba de 750 mil 890 casos confirmados y 36 mil 405 muertes a causa del virus SARS-CoV-2, cifras que ya rebasaban por mucho el número de contagios y víctimas fatales por influenza A(H1N1).

¿Cuáles son las diferencias entre ambas pandemias? Las causas son multifactoriales, pero los especialistas identifican una diferencia importante: el SARS-CoV-2 es mucho más transmisible y letal que el virus de la influenza A(H1N1); además, aunque la vacunación avanza, ninguna persona tiene inmunidad contra el coronavirus. El escenario fue distinto en el caso del virus A(H1N1), pues ya existían medicamentos para tratar la gripe común que, a su vez, fueron eficaces para mitigar los padecimientos asociados a la influenza.

En este momento, nos encontramos en la llamada tercera ola de contagios, ¿cómo debemos dimensionar este fenómeno? Según la Dirección General de Epidemiología (DGE), durante la primera semana de enero de este año, se registraron 112 mil 812 casos positivos de COVID-19 a nivel nacional, un elevado número que llevaba justamente a pensar en un segundo embate de la enfermedad, mucho más intenso que en el inicio de la pandemia. Finalmente, la tercera ola se resintió en el transcurso de esta semana, un periodo en el que la DGE dio a conocer que se habían superado los 113 mil 664 casos positivos.

Al respecto, el Dr. Alejandro Macías, ex comisionado de Influenza en México, sostiene que luego de esta tercera ola se contempla una caída rápida para finales de agosto o mediados de septiembre; sin embargo, nada está escrito aún, de ahí la imperiosa necesidad de mantener las medidas sanitarias para contener los contagios y evitar que ocurran más muertes.

En este sentido, el Dr. Francisco Moreno, jefe del área COVID en el Centro Médico ABC, formula una precisión clave para comprender este fenómeno: en términos generales, las autoridades diariamente reportan cerca de 20 mil personas contagiadas, pero si esta cifra se multiplica por 30, concluiríamos que cada día hay medio millón de mexicanos contagiados por coronavirus. En palabras del Dr. Moreno, se espera la caída en el número de contagios, debido a que el virus no puede estar infectando a ese número de mexicanos por dos meses, porque se le van a acabar.

Por supuesto, el momento de la pandemia es muy diferente a lo que sucedía a inicios de año y aún diametralmente distinto a lo que ocurría el año pasado. Poco a poco, las campañas de vacunación avanzan y la preocupación se centra en contener las nuevas cepas del coronavirus, cuyas mutaciones las vuelven muy contagiosas, pero no por ello inmunes a las vacunas que se han desarrollado. En México, según el Dr. Alejandro Macías, se calcula que el 70% de la gente ya tiene inmunidad, de ahí que el sector más vulnerable sea la población joven. Nuestra responsabilidad, por lo tanto, es cuidarnos, mantener las medidas de higiene y de sana distancia, pues aún estamos lejos de doblegar la contingencia sanitaria.

Siempre he creído que las crisis abren paso a las oportunidades y esta pandemia nos ha permitido cuestionar y evaluar nuestro sistema de salud, así como su capacidad de respuesta para enfrentar una emergencia sanitaria como la que vivimos actualmente. Es necesario que hablemos de salud, debemos asumir con responsabilidad lo que sucede en nuestros sistemas, para ofrecer a la gente la atención de alta calidad que merece, pero también para conocer nuestro entorno y saber cómo enfrentar futuras contingencias sanitarias, pues si somos capaces de superar los más difíciles desafíos, tendremos lo necesario para asumir los pequeños retos cotidianos, no por ello menos importantes, pues cuando hablamos de salud no podemos reducir los datos a meros números, porque cada cifra es la vida de una persona y el afecto de sus familiares, amigos y seres queridos.