/ viernes 1 de octubre de 2021

Taza de soles | El arte de saber enseñar. Felipe Martínez Rizo

El maestro Felipe Martínez Rizo, quien hace varios años fuera Rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, tiene el arte de saber enseñar, porque es un educador de vocación. De manera que cuando -en días pasados- me di cuenta que presentaba un libro, editado por el Dpto. editorial de esta institución, sencillamente alerté mis antenas, y más cuando supe que el título del libro era “Poesía para chicos y grandes”. No me decepcionó. Al contrario, puedo decir que superó -en algunos aspectos- mis expectativas. Mi impresión general es que dicho libro (que además tiene una versión electrónica fácilmente descargable), consigue ser de gran utilidad para todos los que nos dedicamos a promover la lectura, pero también puede ser disfrutado por cualquier lector, que no posea otro interés que el de acercarse a la poesía. Primero ¿Por qué leer poesía? Simple y sencillamente porque es un gozo que nadie debería perderse. Y aunque a veces gozamos de la poesía sin saberlo (como el que disfruta de la letra de algunas canciones de José Alfredo Jiménez o Juan Manuel Serrat, por mencionar dos ejemplos) es importante que los docentes y mediadores afinemos nuestras estrategias para saber cómo incrementar este gozo, y no contribuir, como desafortunadamente se hace en muchas ocasiones, a que los estudiantes de diversos niveles rechacen los textos poéticos. Y estas resistencias se generan porque quienes se los han enseñado ponen el acento en los aspectos formales, como la métrica, la rima, el ritmo, los recursos literarios, y dejan de lado el contenido de los textos y el gozo que trae consigo la lectura en voz alta -cuando no se trata de poner en evidencia al mal lector- de la lectura coral, e incluso de la declamación individual, o la meditada lectura en silencio.

\u0009De todo esto nos habla el libro “Poesía para chicos y grandes”, que en su primera parte está dedicado a definir de una manera didáctica, es decir, con sencillez y claridad, algunos de los aspectos teóricos más relevantes: A) géneros literarios, B) poesía y verso, C) del verso al verso libre y a la prosa poética, D) ¿qué tanto importan las reglas? E) qué es –y que no es– la poesía, y un apartado fundamental: F) ¿cómo introducir a la poesía en la escuela? Al respecto me gustaría citar algunas frases con las que seguramente usted también estará de acuerdo estimado lector y lectora: “Las maestras y maestros de educación básica no deben intentar que sus alumnos dominen conocimientos de teoría literaria propios de un licenciado en letras, ni que se formen como poetas, pero sí que todos lleguen a ser buenos lectores de todo tipo de textos, incluyendo los literarios y poéticos”. Y para esto se tendrían que modificar algunos exámenes y tareas, e incrementar los ejercicios de acompañamiento lector. Algunos de los que sugiere Martínez Rizo y que son muy pertinentes, consisten en: primero acercar al lector a textos elegidos con cuidado, pensando en la edad y en los intereses de los lectores. Cuando la belleza o la emotividad de los textos ha legrado despertar algún interés en éstos, entonces se procede a mencionar algunos datos sobresalientes del autor o autora, se habla del contexto, o la época y circunstancias en que surgió la obra, y solamente después de eso se procederá a ir mostrando algunos detalles del poema. Ayudar a los chicos o grandes a desentrañar el sentido de algunas metáforas, a captar la belleza del sonido y del ritmo de los poemas, entre otras bellezas, es una tarea que ellos agradecerán en el futuro. Como agradece Felipe Martínez Rizo a su maestro Abel Alemán Mora, que a los diez y siete años le hizo evidentes las perfecciones de la escritura poética. Como agradecemos ustedes o yo a los que nos indujeron de una manera o de otra a disfrutar de los poemas.

Por último, deseo hablarles de algunos poemas elegidos por autor, lo cual constituye un material muy valioso, desde el punto de vista didáctico: “Romance de la luna, luna” de Federico García Lorca, “Las nanas de la cebolla” de Miguel Hernández, “Elegía a Joselito” de Gerardo Diego, “Sonatina y A Margarita Debayle” de Rubén Darío, “Pregón” de Rafael Alberti, “Barquito de papel” de Joan Manuel Serrat, “Sol de Monterrey” de Alfonso Reyes, “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez, “El burrito pide la posada” de Joaquín Antonio Peñalosa, “Balún-canán” de Rosario Castellanos, “El principito” (XXI) de Antoine de Saint Exupéry, “La madre” de Dámaso Alonso, “Qué lástima” de León Felipe, “Poema de los dones” Jorge Luis Borges.

Notará usted lector o lectora, que algunos de estos ejemplos son fragmentos de novela (Balún Canán) o producciones de algún cantautor como Serrat. Esta es otra de las bondades del libro. Le ampliará a usted su concepto de lo que es poesía.

El maestro Felipe Martínez Rizo, quien hace varios años fuera Rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, tiene el arte de saber enseñar, porque es un educador de vocación. De manera que cuando -en días pasados- me di cuenta que presentaba un libro, editado por el Dpto. editorial de esta institución, sencillamente alerté mis antenas, y más cuando supe que el título del libro era “Poesía para chicos y grandes”. No me decepcionó. Al contrario, puedo decir que superó -en algunos aspectos- mis expectativas. Mi impresión general es que dicho libro (que además tiene una versión electrónica fácilmente descargable), consigue ser de gran utilidad para todos los que nos dedicamos a promover la lectura, pero también puede ser disfrutado por cualquier lector, que no posea otro interés que el de acercarse a la poesía. Primero ¿Por qué leer poesía? Simple y sencillamente porque es un gozo que nadie debería perderse. Y aunque a veces gozamos de la poesía sin saberlo (como el que disfruta de la letra de algunas canciones de José Alfredo Jiménez o Juan Manuel Serrat, por mencionar dos ejemplos) es importante que los docentes y mediadores afinemos nuestras estrategias para saber cómo incrementar este gozo, y no contribuir, como desafortunadamente se hace en muchas ocasiones, a que los estudiantes de diversos niveles rechacen los textos poéticos. Y estas resistencias se generan porque quienes se los han enseñado ponen el acento en los aspectos formales, como la métrica, la rima, el ritmo, los recursos literarios, y dejan de lado el contenido de los textos y el gozo que trae consigo la lectura en voz alta -cuando no se trata de poner en evidencia al mal lector- de la lectura coral, e incluso de la declamación individual, o la meditada lectura en silencio.

\u0009De todo esto nos habla el libro “Poesía para chicos y grandes”, que en su primera parte está dedicado a definir de una manera didáctica, es decir, con sencillez y claridad, algunos de los aspectos teóricos más relevantes: A) géneros literarios, B) poesía y verso, C) del verso al verso libre y a la prosa poética, D) ¿qué tanto importan las reglas? E) qué es –y que no es– la poesía, y un apartado fundamental: F) ¿cómo introducir a la poesía en la escuela? Al respecto me gustaría citar algunas frases con las que seguramente usted también estará de acuerdo estimado lector y lectora: “Las maestras y maestros de educación básica no deben intentar que sus alumnos dominen conocimientos de teoría literaria propios de un licenciado en letras, ni que se formen como poetas, pero sí que todos lleguen a ser buenos lectores de todo tipo de textos, incluyendo los literarios y poéticos”. Y para esto se tendrían que modificar algunos exámenes y tareas, e incrementar los ejercicios de acompañamiento lector. Algunos de los que sugiere Martínez Rizo y que son muy pertinentes, consisten en: primero acercar al lector a textos elegidos con cuidado, pensando en la edad y en los intereses de los lectores. Cuando la belleza o la emotividad de los textos ha legrado despertar algún interés en éstos, entonces se procede a mencionar algunos datos sobresalientes del autor o autora, se habla del contexto, o la época y circunstancias en que surgió la obra, y solamente después de eso se procederá a ir mostrando algunos detalles del poema. Ayudar a los chicos o grandes a desentrañar el sentido de algunas metáforas, a captar la belleza del sonido y del ritmo de los poemas, entre otras bellezas, es una tarea que ellos agradecerán en el futuro. Como agradece Felipe Martínez Rizo a su maestro Abel Alemán Mora, que a los diez y siete años le hizo evidentes las perfecciones de la escritura poética. Como agradecemos ustedes o yo a los que nos indujeron de una manera o de otra a disfrutar de los poemas.

Por último, deseo hablarles de algunos poemas elegidos por autor, lo cual constituye un material muy valioso, desde el punto de vista didáctico: “Romance de la luna, luna” de Federico García Lorca, “Las nanas de la cebolla” de Miguel Hernández, “Elegía a Joselito” de Gerardo Diego, “Sonatina y A Margarita Debayle” de Rubén Darío, “Pregón” de Rafael Alberti, “Barquito de papel” de Joan Manuel Serrat, “Sol de Monterrey” de Alfonso Reyes, “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez, “El burrito pide la posada” de Joaquín Antonio Peñalosa, “Balún-canán” de Rosario Castellanos, “El principito” (XXI) de Antoine de Saint Exupéry, “La madre” de Dámaso Alonso, “Qué lástima” de León Felipe, “Poema de los dones” Jorge Luis Borges.

Notará usted lector o lectora, que algunos de estos ejemplos son fragmentos de novela (Balún Canán) o producciones de algún cantautor como Serrat. Esta es otra de las bondades del libro. Le ampliará a usted su concepto de lo que es poesía.