/ martes 18 de enero de 2022

Salud y la vida

Próximos a cumplir dos años de restricciones que, han alterado el modus vivendi de las personas, a causa del virus biológico SARS COV-2, comúnmente conocido como COVID 19 o coronavirus. El espectro de la pandemia que aun ronda (no obstante que hay registros de aplicación de la vacuna para contrarrestarlo, superior a los 82 millones), durante esta larga, tortuosa e indeterminada travesía, nadie hemos estado exentos directa o indirectamente de los estragos que han sobrevenido a la pandemia. Son variados los efectos colaterales que van desde las relaciones intrapersonales, de lo económico, lo social, lo laboral, lo educativo, lo cultural, lo familiar y hasta en lo individual e interno (psicológico). Sería equívoco, por mínimo que sea, no haber replanteado o modificado el estilo o forma de vida entre las personas, ante los estragos del coronavirus.

Indudablemente, a la crisis biológica a causa del COVID -como lo señalo en renglones arriba-, han sobrevenido transformaciones adyacentes en detrimento a otros procesos, como son: familiar/convivencia, educativo/profesional, económico/productivo, social/amistad, laboral/realización, cultural/formativo, deportivo/físico y psicológico/emotivo.

La variante de mayor impacto y de más alta valía de la pandemia, que agrupa a los efectos colaterales referidos, son los estragos en salud y vidas humanas, producto de los casi dos años de tormento; no es menor la secuela en bajas y deterioro de salud física, mental y social de las personas; los registros oficiales hasta ahora, representan a más de 300 mil personas fallecidas y un sin número incuantificable de personas que han padecido y padecemos el contagio.

El trance que aun recorremos y de la cual no podemos abstraernos a propósito de la pandemia, nos debe hacer humildes, solidarios, responsables y conscientes, pero sobre, todo más humanistas. Ha quedado claro que, los avances científicos, la ciencia y tecnología, son insuficientes ante retos, como el asumido para contrarrestar la pandemia del COVID 19. La humanidad se presentó y se sigue presentando, como un ente vulnerable ante los caprichos de la naturaleza o situaciones de crisis ocasionadas por el hombre o cualquier otra circunstancia que, haya originado el virus SARS- COV-2.

La salud y la vida son dos valores fundamentales y los más representativos para la humanidad, en la que los estados (ente público), deben reconocer y garantizar en justa dimensión para que se instituya su protección, como el fin primordial a las personas. Verbigracia, en nuestro país, el párrafo cuarto del artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala que “Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud… La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social.” La última parte se refiere a las recientes reformas para que personas que, en el pasado se encontraban fuera del cuadro en el sistema de seguridad social instituido, sean incluidas indistintamente en el aseguramiento a la protección de la salud.

Derivado de la norma fundamental, en la ley reglamentaria del derecho a la protección de la salud, se prevén bases y modalidades para el acceso a la salud, considera a ésta “como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Se entiende que nuestro bienestar o salud física se completaría cuando todos nuestros órganos están sanos y nuestra capacidad física funciona a pleno rendimiento; la salud social, aunque no se define en dichas fuentes formales, la literatura y la propia secretaria de salud, considera que se trata de los factores que participan en la calidad de vida de las personas; en cuanto a la salud mental, se refiere a las capacidades de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a sus comunidades, incluye en bienestar emocional, psicológico y social de las personas. Las enfermedades o trastornos mentales pueden representar porcentajes altos de problemas de salud.

El estado mexicano (instituciones de salud pública), deberá proveer para instrumentar políticas públicas en las secuelas que se pueden presentar en la etapa post-covid; a ello muy probablemente sucederán problemas en salud pública. Nutrición, sobrepeso y obesidad; así también, replantear la educación para la salud, a fin de prevenir, problemas asociados al estado físico, mental y social de las personas.

La batalla aún no concluye; por lo que no debemos bajar la guardia, disminuyamos los índices de contagio.

Próximos a cumplir dos años de restricciones que, han alterado el modus vivendi de las personas, a causa del virus biológico SARS COV-2, comúnmente conocido como COVID 19 o coronavirus. El espectro de la pandemia que aun ronda (no obstante que hay registros de aplicación de la vacuna para contrarrestarlo, superior a los 82 millones), durante esta larga, tortuosa e indeterminada travesía, nadie hemos estado exentos directa o indirectamente de los estragos que han sobrevenido a la pandemia. Son variados los efectos colaterales que van desde las relaciones intrapersonales, de lo económico, lo social, lo laboral, lo educativo, lo cultural, lo familiar y hasta en lo individual e interno (psicológico). Sería equívoco, por mínimo que sea, no haber replanteado o modificado el estilo o forma de vida entre las personas, ante los estragos del coronavirus.

Indudablemente, a la crisis biológica a causa del COVID -como lo señalo en renglones arriba-, han sobrevenido transformaciones adyacentes en detrimento a otros procesos, como son: familiar/convivencia, educativo/profesional, económico/productivo, social/amistad, laboral/realización, cultural/formativo, deportivo/físico y psicológico/emotivo.

La variante de mayor impacto y de más alta valía de la pandemia, que agrupa a los efectos colaterales referidos, son los estragos en salud y vidas humanas, producto de los casi dos años de tormento; no es menor la secuela en bajas y deterioro de salud física, mental y social de las personas; los registros oficiales hasta ahora, representan a más de 300 mil personas fallecidas y un sin número incuantificable de personas que han padecido y padecemos el contagio.

El trance que aun recorremos y de la cual no podemos abstraernos a propósito de la pandemia, nos debe hacer humildes, solidarios, responsables y conscientes, pero sobre, todo más humanistas. Ha quedado claro que, los avances científicos, la ciencia y tecnología, son insuficientes ante retos, como el asumido para contrarrestar la pandemia del COVID 19. La humanidad se presentó y se sigue presentando, como un ente vulnerable ante los caprichos de la naturaleza o situaciones de crisis ocasionadas por el hombre o cualquier otra circunstancia que, haya originado el virus SARS- COV-2.

La salud y la vida son dos valores fundamentales y los más representativos para la humanidad, en la que los estados (ente público), deben reconocer y garantizar en justa dimensión para que se instituya su protección, como el fin primordial a las personas. Verbigracia, en nuestro país, el párrafo cuarto del artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala que “Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud… La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social.” La última parte se refiere a las recientes reformas para que personas que, en el pasado se encontraban fuera del cuadro en el sistema de seguridad social instituido, sean incluidas indistintamente en el aseguramiento a la protección de la salud.

Derivado de la norma fundamental, en la ley reglamentaria del derecho a la protección de la salud, se prevén bases y modalidades para el acceso a la salud, considera a ésta “como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Se entiende que nuestro bienestar o salud física se completaría cuando todos nuestros órganos están sanos y nuestra capacidad física funciona a pleno rendimiento; la salud social, aunque no se define en dichas fuentes formales, la literatura y la propia secretaria de salud, considera que se trata de los factores que participan en la calidad de vida de las personas; en cuanto a la salud mental, se refiere a las capacidades de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a sus comunidades, incluye en bienestar emocional, psicológico y social de las personas. Las enfermedades o trastornos mentales pueden representar porcentajes altos de problemas de salud.

El estado mexicano (instituciones de salud pública), deberá proveer para instrumentar políticas públicas en las secuelas que se pueden presentar en la etapa post-covid; a ello muy probablemente sucederán problemas en salud pública. Nutrición, sobrepeso y obesidad; así también, replantear la educación para la salud, a fin de prevenir, problemas asociados al estado físico, mental y social de las personas.

La batalla aún no concluye; por lo que no debemos bajar la guardia, disminuyamos los índices de contagio.