/ martes 14 de septiembre de 2021

Responsabilidad

Los estragos que nos sigue dejando la crisis biológica de la pandemia Sars-Cov-2, COVID-19, ha venido a transformar nuestras formas de vida. Las nuevas formas de interactuar que hemos adoptado, en lo general, han propiciado madurez y conciencia para reconocernos como comunidad para sobreponernos en unidad, ante las adversidades ajenas a la voluntad humana. Los tiempos que nos ha tocado vivir, a partir del inicio de la segunda década de este siglo XXI, nos obligan a participar de manera responsable en el ente colectivo al que pertenecemos.

El termino responsabilidad, procede de latín responsum, del verbo respondere que significa, prometer, obligarse o comprometerse. A la palabra responsabilidad, devienen diversas acepciones o clasificaciones comúnmente referidas, en la amplia gama donde tenemos oportunidad de interrelacionarnos con nuestros pares; verbigracia, responsabilidades: con uno mismo, en casa, en la escuela, el trabajo (sea público, privado o social), con nuestros compromisos, con nuestros conciudadanos, con la comunidad en general, en lo social, en lo cívico, lo fiscal, en lo solidario.

La responsabilidad, también se reconoce como uno de los valores y de la práctica ética en las personas, misma que impacta en nuestras vidas familiares, académicas, laborales, cívicas y sociales. Responsabilidad, significa cuidar de sí mismo y de los demás, en respuesta de la confianza que nos depositamos como personas. Responsabilidad, es hablar de compromiso comunitario con los demás, es el de respondernos unos con los otros.

En mi experiencia de profesor docente universitario (por más de dos décadas), he tenido la oportunidad de experimentar interacciones con los educandos, que con el transcurrir del tiempo, gradualmente fue aumentando la participación. En dichas intervenciones, se expresan inquietudes (anecdotarios), que implícitamente personifican responsabilidad de diferente índole, entre otros temas. Finalmente el resultado deseado en dichas prácticas académicas, se traduce en beneficio en los futuros profesionistas responsables; Adela Cortina sugiere que “la ética de la responsabilidad” en los centros universitarios formadores de profesionistas deben educar “a buenos ciudadanos y a buenos profesionales, que saben utilizar las técnicas para ponerlas al servicio de buenos servicios, de buenos fines que se hacen responsables de los medios y de las consecuencias de sus acciones con vistas a alcanzar los fine mejores”. Cuando actuamos con sentido de responsabilidad, se forma conciencia colectiva y de identidad comunitaria.

Es indudable, que ante los estragos de una pandemia (que aun padecemos), los integrantes (indistintamente) de una sociedad, debemos actuar bajo el principio de respondere, en lo que ética, moralmente y socialmente a cada quien corresponde.

En nuestra perspectiva personal, estimamos que el planteamiento aspiracional de la instrucción educativa, para fomentar la responsabilidad desde el aula en nuestro sistema educativo, es clave para hacer frente a los infortunios de cualquier naturaleza por difícil que se presenten, puedan ser superados. La apuesta es replantear la política educativa con responsabilidad, de formar seres conscientes y con bases humanistas, para hacer frente a las adversidades de manera oportuna y con el menos de los costes posibles.

No es descomunal, transmitir nuestra energía didáctica, para provocar a los estudiantes involucrarse y tomar partido en asuntos (problemas) comunales, de nuestra vida cotidiana y comunitaria. En esos planteamientos surgidos en diálogos colectivos, no se trata solo de acumular saberes, sino de construirlos cada vez, para hacer frente a los desafíos de una vida en común.

Si bien, el COVID 19, ocasionó re agendar los temas nacionales para considerar una redirección de política pública de salud, también lo es que la educación debe continuar el rol de eje central para el desarrollo social y crecimiento económico de los pueblos (como es, el caso de nuestra nación); aun más, para enfrentar de manera responsable las adversidades, ante las complejidades de las que no estamos exentos.

La responsabilidad, debiera considerarse un valor y práctica ética de las personas.

¡Actuar con responsabilidad…es nuestro deber!

Los estragos que nos sigue dejando la crisis biológica de la pandemia Sars-Cov-2, COVID-19, ha venido a transformar nuestras formas de vida. Las nuevas formas de interactuar que hemos adoptado, en lo general, han propiciado madurez y conciencia para reconocernos como comunidad para sobreponernos en unidad, ante las adversidades ajenas a la voluntad humana. Los tiempos que nos ha tocado vivir, a partir del inicio de la segunda década de este siglo XXI, nos obligan a participar de manera responsable en el ente colectivo al que pertenecemos.

El termino responsabilidad, procede de latín responsum, del verbo respondere que significa, prometer, obligarse o comprometerse. A la palabra responsabilidad, devienen diversas acepciones o clasificaciones comúnmente referidas, en la amplia gama donde tenemos oportunidad de interrelacionarnos con nuestros pares; verbigracia, responsabilidades: con uno mismo, en casa, en la escuela, el trabajo (sea público, privado o social), con nuestros compromisos, con nuestros conciudadanos, con la comunidad en general, en lo social, en lo cívico, lo fiscal, en lo solidario.

La responsabilidad, también se reconoce como uno de los valores y de la práctica ética en las personas, misma que impacta en nuestras vidas familiares, académicas, laborales, cívicas y sociales. Responsabilidad, significa cuidar de sí mismo y de los demás, en respuesta de la confianza que nos depositamos como personas. Responsabilidad, es hablar de compromiso comunitario con los demás, es el de respondernos unos con los otros.

En mi experiencia de profesor docente universitario (por más de dos décadas), he tenido la oportunidad de experimentar interacciones con los educandos, que con el transcurrir del tiempo, gradualmente fue aumentando la participación. En dichas intervenciones, se expresan inquietudes (anecdotarios), que implícitamente personifican responsabilidad de diferente índole, entre otros temas. Finalmente el resultado deseado en dichas prácticas académicas, se traduce en beneficio en los futuros profesionistas responsables; Adela Cortina sugiere que “la ética de la responsabilidad” en los centros universitarios formadores de profesionistas deben educar “a buenos ciudadanos y a buenos profesionales, que saben utilizar las técnicas para ponerlas al servicio de buenos servicios, de buenos fines que se hacen responsables de los medios y de las consecuencias de sus acciones con vistas a alcanzar los fine mejores”. Cuando actuamos con sentido de responsabilidad, se forma conciencia colectiva y de identidad comunitaria.

Es indudable, que ante los estragos de una pandemia (que aun padecemos), los integrantes (indistintamente) de una sociedad, debemos actuar bajo el principio de respondere, en lo que ética, moralmente y socialmente a cada quien corresponde.

En nuestra perspectiva personal, estimamos que el planteamiento aspiracional de la instrucción educativa, para fomentar la responsabilidad desde el aula en nuestro sistema educativo, es clave para hacer frente a los infortunios de cualquier naturaleza por difícil que se presenten, puedan ser superados. La apuesta es replantear la política educativa con responsabilidad, de formar seres conscientes y con bases humanistas, para hacer frente a las adversidades de manera oportuna y con el menos de los costes posibles.

No es descomunal, transmitir nuestra energía didáctica, para provocar a los estudiantes involucrarse y tomar partido en asuntos (problemas) comunales, de nuestra vida cotidiana y comunitaria. En esos planteamientos surgidos en diálogos colectivos, no se trata solo de acumular saberes, sino de construirlos cada vez, para hacer frente a los desafíos de una vida en común.

Si bien, el COVID 19, ocasionó re agendar los temas nacionales para considerar una redirección de política pública de salud, también lo es que la educación debe continuar el rol de eje central para el desarrollo social y crecimiento económico de los pueblos (como es, el caso de nuestra nación); aun más, para enfrentar de manera responsable las adversidades, ante las complejidades de las que no estamos exentos.

La responsabilidad, debiera considerarse un valor y práctica ética de las personas.

¡Actuar con responsabilidad…es nuestro deber!