/ martes 26 de julio de 2022

Razón de Confianza… ¿existe? 

En mis últimas participaciones en éste rotativo he señalado reiteradamente la indispensable y necesaria existencia del binomio ciudadanización partido para democratizar los mecanismos de seleccionar o decidir precandidaturas, candidaturas, así como la renovación interna de morena -así se resolvió por el CEN-, para “convocar a las y los ciudadanos mexicanos a sumarse a MORENA y llevar a la práctica del postulado de que este partido es un movimiento abierto y plural, que pertenece al pueblo de México y no puede haber grupos o camarillas que lo consideren como su patrimonio”; en ese orden de planteamientos, la participación de las y los ciudadanos mexicanos puede ser de forma pasiva o activa en la renovación del partido.

Así las cosas, MORENA no debe alejarse en considerar lo previsto en el máximo ordenamiento jurídico (CPEUM) y, la propia legislación en materia electoral. Entiéndase pues que ciudadanización o participación ciudadana es la contribución de las y los ciudadanos en todas y en cada una de las partes sustantivas de organización del partido, se trata también de la posibilidad de una intervención ciudadana de manera puntual en las tareas de organización del partido.

Que para la participación a la postulación de congresista, en el documento publicado el día dieciséis de junio, se instituyó en la propia convocatoria “la participación amplia de las personas militantes del movimiento dentro de este proceso de renovación, estableciendo solo las medidas mínimas conducentes para acreditar la pertenencia al partido y su posibilidad de solicitar su postulación” para tal efecto se previó la elegibilidad mediante cuatro requisitos: 1. solicitud de registro único con fotografía y semblanza de trayectoria partidista; 2. fotocopia de la identificación INE (en ambos lados); 3. constancia de afiliación, en su defecto pruebas que considere pertinentes que acrediten su militancia y; 4. documentación o archivos digitales con los que se evidencie el compromiso con la cuarta transformación.

Todo parece estar suficientemente calculado para obtener resultados confiables. No perdamos de vista que, para una participación ciudadana, se requiere una buena organización colectiva que se realizara en todo el territorio nacional, no es tarea sencilla cuando se carece de experiencia, aunado a una larga tradición en México de fraudes y engaños que han generado desconfianza en los procesos de selección y elección interpartidistas o constitucionales.

No basta invocar la buena fe y sinceridad de algunos bienaventurados. La construcción de la confianza, puede tratarse de problemas técnicos que exige un trabajo arduo de todos los días. Ingenuo es pensar que se construye confianza a partir de la circunstancia de simulaciones de compañerismo.

La confianza exige constancia y poner sobre la mesa con transparencia los pasos que se van a seguir para obtener un objetivo determinado.

Cuando hay una propuesta para construir democracia, debemos tomar en cuenta lo que en nuestro país ha propiciado grandes distancias entre gobernantes y gobernados: discurso oficial, reglas vigentes (derecho positivo) y la forma práctica en que se han resuelto los asuntos (problemas). Parece sencillo, pero estos tres componentes deben coincidir absolutamente.

Verbigracia, si el objetivo es integrar mesas directivas en los centros de votación sin sesgos en favor o en contra de algún postulado a congresista, para conseguirlo es necesario seguir una larga secuencia de actos que deban ser ejecutados a la vista de todos (transparente): permitir la participación activa de todas las y los ciudadanos que acrediten su deseo de votar indistintamente quienes tengan la calidad de ciudadanía, así como las y los menores de 15 y 17 años, sortear a quienes puedan ser funcionarios de casilla y seleccionar a capacitadores para la logística y el computo de boletas votadas el día de la votación, por citar algunos.

Desde luego el próximo intento de democratizar el partido más joven -por tanto, inexperto- en lo planteado, es nada sencillo.

No es ingenuidad, como tampoco se está exento de tramposos antidemocráticos que pretenden conservar, incluso incrementar sus cotos de poder; Mauricio Merino en la transición votada sugiere que “Amarrarles las manos a todos los jugadores sería una formula tan paranoica como insuficiente; lo mejor es anular los efectos de cualquier intento de faltar a la ley, con la misma ley en la mano. De tal forma, tal vez haya quien logre hacer trampa, pero una vez descubierta, sus efectos serán nulos y además pagaran los costos”.

Es claro que somos más quienes deseamos la democratización en organizaciones o instituciones que son subsidiadas con recurso público, no debemos permitir se contamine un proceso -por mínimo que sea-, el reto es renovar los órganos de un partido que le pertenece al pueblo de México.

Hagamos efectivo el estado de derecho, en la inteligencia de que nos encontramos inmersos ante instituciones confiables que deben garantizar el reconocimiento y respeto de derechos políticos electorales de las y los ciudadanos, incluso de menores de 15 y 17 años.

En mis últimas participaciones en éste rotativo he señalado reiteradamente la indispensable y necesaria existencia del binomio ciudadanización partido para democratizar los mecanismos de seleccionar o decidir precandidaturas, candidaturas, así como la renovación interna de morena -así se resolvió por el CEN-, para “convocar a las y los ciudadanos mexicanos a sumarse a MORENA y llevar a la práctica del postulado de que este partido es un movimiento abierto y plural, que pertenece al pueblo de México y no puede haber grupos o camarillas que lo consideren como su patrimonio”; en ese orden de planteamientos, la participación de las y los ciudadanos mexicanos puede ser de forma pasiva o activa en la renovación del partido.

Así las cosas, MORENA no debe alejarse en considerar lo previsto en el máximo ordenamiento jurídico (CPEUM) y, la propia legislación en materia electoral. Entiéndase pues que ciudadanización o participación ciudadana es la contribución de las y los ciudadanos en todas y en cada una de las partes sustantivas de organización del partido, se trata también de la posibilidad de una intervención ciudadana de manera puntual en las tareas de organización del partido.

Que para la participación a la postulación de congresista, en el documento publicado el día dieciséis de junio, se instituyó en la propia convocatoria “la participación amplia de las personas militantes del movimiento dentro de este proceso de renovación, estableciendo solo las medidas mínimas conducentes para acreditar la pertenencia al partido y su posibilidad de solicitar su postulación” para tal efecto se previó la elegibilidad mediante cuatro requisitos: 1. solicitud de registro único con fotografía y semblanza de trayectoria partidista; 2. fotocopia de la identificación INE (en ambos lados); 3. constancia de afiliación, en su defecto pruebas que considere pertinentes que acrediten su militancia y; 4. documentación o archivos digitales con los que se evidencie el compromiso con la cuarta transformación.

Todo parece estar suficientemente calculado para obtener resultados confiables. No perdamos de vista que, para una participación ciudadana, se requiere una buena organización colectiva que se realizara en todo el territorio nacional, no es tarea sencilla cuando se carece de experiencia, aunado a una larga tradición en México de fraudes y engaños que han generado desconfianza en los procesos de selección y elección interpartidistas o constitucionales.

No basta invocar la buena fe y sinceridad de algunos bienaventurados. La construcción de la confianza, puede tratarse de problemas técnicos que exige un trabajo arduo de todos los días. Ingenuo es pensar que se construye confianza a partir de la circunstancia de simulaciones de compañerismo.

La confianza exige constancia y poner sobre la mesa con transparencia los pasos que se van a seguir para obtener un objetivo determinado.

Cuando hay una propuesta para construir democracia, debemos tomar en cuenta lo que en nuestro país ha propiciado grandes distancias entre gobernantes y gobernados: discurso oficial, reglas vigentes (derecho positivo) y la forma práctica en que se han resuelto los asuntos (problemas). Parece sencillo, pero estos tres componentes deben coincidir absolutamente.

Verbigracia, si el objetivo es integrar mesas directivas en los centros de votación sin sesgos en favor o en contra de algún postulado a congresista, para conseguirlo es necesario seguir una larga secuencia de actos que deban ser ejecutados a la vista de todos (transparente): permitir la participación activa de todas las y los ciudadanos que acrediten su deseo de votar indistintamente quienes tengan la calidad de ciudadanía, así como las y los menores de 15 y 17 años, sortear a quienes puedan ser funcionarios de casilla y seleccionar a capacitadores para la logística y el computo de boletas votadas el día de la votación, por citar algunos.

Desde luego el próximo intento de democratizar el partido más joven -por tanto, inexperto- en lo planteado, es nada sencillo.

No es ingenuidad, como tampoco se está exento de tramposos antidemocráticos que pretenden conservar, incluso incrementar sus cotos de poder; Mauricio Merino en la transición votada sugiere que “Amarrarles las manos a todos los jugadores sería una formula tan paranoica como insuficiente; lo mejor es anular los efectos de cualquier intento de faltar a la ley, con la misma ley en la mano. De tal forma, tal vez haya quien logre hacer trampa, pero una vez descubierta, sus efectos serán nulos y además pagaran los costos”.

Es claro que somos más quienes deseamos la democratización en organizaciones o instituciones que son subsidiadas con recurso público, no debemos permitir se contamine un proceso -por mínimo que sea-, el reto es renovar los órganos de un partido que le pertenece al pueblo de México.

Hagamos efectivo el estado de derecho, en la inteligencia de que nos encontramos inmersos ante instituciones confiables que deben garantizar el reconocimiento y respeto de derechos políticos electorales de las y los ciudadanos, incluso de menores de 15 y 17 años.