/ miércoles 20 de octubre de 2021

Más mujeres en política no garantiza igualdad

El 17 de octubre se cumplieron 68 años de que se reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas en México. El camino estuvo (y sigue estando) lleno de obstáculos pues la sociedad en la que vivimos decidió colocar a las mujeres históricamente en una situación de desigualdad.

Por eso es importante recordar y reconocer a las mujeres que en México y en otros países levantaron la voz, protestaron en las calles y en los congresos y por eso sufrieron persecución, detenciones y hasta violencia física solo por exigir el reconocimiento de nuestros derechos a VOTAR y ser VOTADAS.

Imaginemos por un momento lo que mujeres enfrentaron en la década de 1910 cuando después de haber apoyado la lucha en la Revolución Mexicana exigieron el reconocimiento pleno de la ciudadanía en la Constitución de 1917, derecho que les fue negado aún y cuando se prometía una nueva etapa para nuestro país.

Y llegó una nueva etapa, pero para los hombres pues ellos seguían relegando a las mujeres al hogar y a las labores de cuidado pues consideraron, los que tomaban las decisiones, que las mujeres no eran según ellos aptas para participar en política ni decidir quien las representaría en cargos de elección popular y menos, aspirar a ocupar uno de estos espacios.

Décadas después y gracias a muchas mujeres, entre ellas Hermila Galindo y Elvia Carrillo Puerto que impulsaron en nuestro país el movimiento sufragista, llegó por fin el reconocimiento de este derecho en 1947 a nivel municipal y en 1953 a nivel federal con lo que las mujeres alcanzamos el reconocimiento pleno de la ciudadanía a nivel constitucional.

Y hemos avanzado mucho en 68 años: pasamos de las cuotas de género de un 30% a un 40% hasta llegar a la paridad en candidaturas y en la integración de los órganos en los 3 niveles de gobierno y en los 3 Poderes de la Unión.

Sin embargo, pese a estos avances es muy importante que no dejemos de evidenciar a los hombres que usan la paridad para seguirse beneficiando pues ellos son en su mayoría los que siguen decidiendo candidaturas y buscan evidentemente su conveniencia.

También quiero señalar que no debemos dejar de ser críticas con las mujeres que reproducen la violencia, la discriminación y los estereotipos de género. Tampoco podemos dejar de reconocer que hay quienes solo en el discurso y en la foto dicen luchar por los derechos de las mujeres pero que al llegar a los cargos se olvidan de impulsar nuestra agenda.

Hoy estamos viviendo una representación descriptiva, es decir, una representación numérica con las mujeres que participan en cargos públicos y políticos pero necesitamos pasar de forma urgente a una representación sustantiva.

Como explica Gisela Zaremberg (2009) la representación descriptiva se da cuando más mujeres llegan a estos espacios pero esta participación numérica puede perder su sentido si no hay avances de calidad en los objetivos de la igualdad de género, es decir, si no pasamos a una representación sustantiva que significaría impulsar las demandas y necesidades de las mujeres.

El hecho de que una mujer sea electa no significa que de forma automática vaya a luchar por lograr mejores condiciones para 68 millones de niñas mujeres en nuestro país.

Debo decir personalmente que hay muchas mujeres en política que me inspiran mucho y otras que siento que no me representan, pero todo esto me motiva a seguir impulsando, desde la trinchera en la que me encuentre, la agenda feminista y la lucha por lograr que todas las personas podamos ejercer nuestros derechos en libertad y en IGUALDAD.

El 17 de octubre se cumplieron 68 años de que se reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas en México. El camino estuvo (y sigue estando) lleno de obstáculos pues la sociedad en la que vivimos decidió colocar a las mujeres históricamente en una situación de desigualdad.

Por eso es importante recordar y reconocer a las mujeres que en México y en otros países levantaron la voz, protestaron en las calles y en los congresos y por eso sufrieron persecución, detenciones y hasta violencia física solo por exigir el reconocimiento de nuestros derechos a VOTAR y ser VOTADAS.

Imaginemos por un momento lo que mujeres enfrentaron en la década de 1910 cuando después de haber apoyado la lucha en la Revolución Mexicana exigieron el reconocimiento pleno de la ciudadanía en la Constitución de 1917, derecho que les fue negado aún y cuando se prometía una nueva etapa para nuestro país.

Y llegó una nueva etapa, pero para los hombres pues ellos seguían relegando a las mujeres al hogar y a las labores de cuidado pues consideraron, los que tomaban las decisiones, que las mujeres no eran según ellos aptas para participar en política ni decidir quien las representaría en cargos de elección popular y menos, aspirar a ocupar uno de estos espacios.

Décadas después y gracias a muchas mujeres, entre ellas Hermila Galindo y Elvia Carrillo Puerto que impulsaron en nuestro país el movimiento sufragista, llegó por fin el reconocimiento de este derecho en 1947 a nivel municipal y en 1953 a nivel federal con lo que las mujeres alcanzamos el reconocimiento pleno de la ciudadanía a nivel constitucional.

Y hemos avanzado mucho en 68 años: pasamos de las cuotas de género de un 30% a un 40% hasta llegar a la paridad en candidaturas y en la integración de los órganos en los 3 niveles de gobierno y en los 3 Poderes de la Unión.

Sin embargo, pese a estos avances es muy importante que no dejemos de evidenciar a los hombres que usan la paridad para seguirse beneficiando pues ellos son en su mayoría los que siguen decidiendo candidaturas y buscan evidentemente su conveniencia.

También quiero señalar que no debemos dejar de ser críticas con las mujeres que reproducen la violencia, la discriminación y los estereotipos de género. Tampoco podemos dejar de reconocer que hay quienes solo en el discurso y en la foto dicen luchar por los derechos de las mujeres pero que al llegar a los cargos se olvidan de impulsar nuestra agenda.

Hoy estamos viviendo una representación descriptiva, es decir, una representación numérica con las mujeres que participan en cargos públicos y políticos pero necesitamos pasar de forma urgente a una representación sustantiva.

Como explica Gisela Zaremberg (2009) la representación descriptiva se da cuando más mujeres llegan a estos espacios pero esta participación numérica puede perder su sentido si no hay avances de calidad en los objetivos de la igualdad de género, es decir, si no pasamos a una representación sustantiva que significaría impulsar las demandas y necesidades de las mujeres.

El hecho de que una mujer sea electa no significa que de forma automática vaya a luchar por lograr mejores condiciones para 68 millones de niñas mujeres en nuestro país.

Debo decir personalmente que hay muchas mujeres en política que me inspiran mucho y otras que siento que no me representan, pero todo esto me motiva a seguir impulsando, desde la trinchera en la que me encuentre, la agenda feminista y la lucha por lograr que todas las personas podamos ejercer nuestros derechos en libertad y en IGUALDAD.