/ martes 10 de agosto de 2021

La sombra detrás de Tokio

El primer gobierno de izquierda en México no ha podido, ni ha querido ponerle un alto a la corrupción en el país. En tres años y medio, no se ha emprendido ninguna acción contundente para castigar la corrupción del pasado y del presente.

La impunidad sigue siendo la constante y los escándalos relacionados con la mala administración de los recursos del país siguen dando nota en los diarios de circulación nacional.

La participación de la delegación que representó a nuestro país en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y que tuvo la cosecha de medallas más pobre en los últimos 100 años, es la muestra más reciente.

De acuerdo con los testimonios de los propios atletas, cuerpo técnico y del personal que apoya la preparación de los equipos que participan en este tipo de competencias, no hubo recursos suficientes para hacer frente al reto de los juegos olímpicos.

En redes sociales, por ejemplo, circularon denuncias de atletas de alto rendimiento en los que exhibían las pésimas condiciones de sus centros y equipos de entrenamiento. También hubo reclamos, como el de la gimnasta Alexa Moreno, quien denunció la falta de gimnasios de alto rendimiento en el país.

Sin embargo y por otra parte, para nadie es secreto que en la Comisión Nacional del Deporte las cosas no andan bien. Las denuncias y los señalamientos por irregularidades en el manejo de los recursos, en ese organismo, se han convertido en el sello distintivo.

La Secretaría de la Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación e incluso la Fiscalía General de la República (FGR), están al tanto de que en esa institución ha habido posibles actos de corrupción, pero no pasa nada.

En el informe de la Cuenta Pública 2019, por ejemplo, la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades en la CONADE por más de 186 millones de pesos. ¿Y cuál fue la consecuencia?, desafortunadamente ninguna.

La corrupción, amigas y amigos, le cuesta al país cada año más de 12 mil millones de pesos, lo que representa cerca del 10% del Producto Interno Bruto. Estos valiosos recursos que se “fugan” del presupuesto de secretarias, programas y obras publicas, tienen un impacto directo en la calidad de vida y en el desarrollo de las y los mexicanos.

El caso de los atletas mexicanos que nos representaron en Tokio y a quienes por cierto debemos reconocer por el extraordinario esfuerzo realizado en esta justa, es sólo uno de tantos ejemplos que podemos encontrar en la realidad nacional. Las 4 medallas de bronce, que marcan la peor participación de nuestro país en unos Juegos Olímpicos y las múltiples denuncias de los atletas ante la falta de apoyo de las autoridades, son un reflejo del impacto brutal que tiene la corrupción en el tejido social.

Por lo pronto, detrás de Tokio 2020 se asoma la sombra de la corrupción y el manejo deshonesto de recursos que tendrían que destinarse a uno de los sectores que tantos años ha dejado satisfacciones a cientos de generaciones y que tantos años, igualmente, se ha dejado en el olvido por parte de los gobiernos: me refiero al deporte mexicano.

El primer gobierno de izquierda en México no ha podido, ni ha querido ponerle un alto a la corrupción en el país. En tres años y medio, no se ha emprendido ninguna acción contundente para castigar la corrupción del pasado y del presente.

La impunidad sigue siendo la constante y los escándalos relacionados con la mala administración de los recursos del país siguen dando nota en los diarios de circulación nacional.

La participación de la delegación que representó a nuestro país en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y que tuvo la cosecha de medallas más pobre en los últimos 100 años, es la muestra más reciente.

De acuerdo con los testimonios de los propios atletas, cuerpo técnico y del personal que apoya la preparación de los equipos que participan en este tipo de competencias, no hubo recursos suficientes para hacer frente al reto de los juegos olímpicos.

En redes sociales, por ejemplo, circularon denuncias de atletas de alto rendimiento en los que exhibían las pésimas condiciones de sus centros y equipos de entrenamiento. También hubo reclamos, como el de la gimnasta Alexa Moreno, quien denunció la falta de gimnasios de alto rendimiento en el país.

Sin embargo y por otra parte, para nadie es secreto que en la Comisión Nacional del Deporte las cosas no andan bien. Las denuncias y los señalamientos por irregularidades en el manejo de los recursos, en ese organismo, se han convertido en el sello distintivo.

La Secretaría de la Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación e incluso la Fiscalía General de la República (FGR), están al tanto de que en esa institución ha habido posibles actos de corrupción, pero no pasa nada.

En el informe de la Cuenta Pública 2019, por ejemplo, la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades en la CONADE por más de 186 millones de pesos. ¿Y cuál fue la consecuencia?, desafortunadamente ninguna.

La corrupción, amigas y amigos, le cuesta al país cada año más de 12 mil millones de pesos, lo que representa cerca del 10% del Producto Interno Bruto. Estos valiosos recursos que se “fugan” del presupuesto de secretarias, programas y obras publicas, tienen un impacto directo en la calidad de vida y en el desarrollo de las y los mexicanos.

El caso de los atletas mexicanos que nos representaron en Tokio y a quienes por cierto debemos reconocer por el extraordinario esfuerzo realizado en esta justa, es sólo uno de tantos ejemplos que podemos encontrar en la realidad nacional. Las 4 medallas de bronce, que marcan la peor participación de nuestro país en unos Juegos Olímpicos y las múltiples denuncias de los atletas ante la falta de apoyo de las autoridades, son un reflejo del impacto brutal que tiene la corrupción en el tejido social.

Por lo pronto, detrás de Tokio 2020 se asoma la sombra de la corrupción y el manejo deshonesto de recursos que tendrían que destinarse a uno de los sectores que tantos años ha dejado satisfacciones a cientos de generaciones y que tantos años, igualmente, se ha dejado en el olvido por parte de los gobiernos: me refiero al deporte mexicano.