/ martes 3 de agosto de 2021

Inseguridad en Aguascalientes, ¿problemática o percepción?

La seguridad es uno de los aspectos más importantes en cualquier sociedad. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera esta condición como uno de los elementos de mayor valor, en cuanto a la calidad de vida de las personas se refiere. Sin embargo y de manera preocupante, Aguascalientes parece estar atravesando una problemática real desde hace algunos años, que amerita la atención de todas las autoridades.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (ENSU) del INEGI, presentada en septiembre del año pasado, la percepción de inseguridad en en el municipio capital bajó ligeramente de 54.7% a 51.4%, en su comparación anual (2019-2020). Sin embargo, en una reciente encuesta realizada por la asociación civil “Aguascalientes Adelante”, la inseguridad se coloca como la problemática más sentida entre la población.

Si bien Aguascalientes se encuentra por debajo de la incidencia delictiva en relación con la media nacional, al ver la región en su conjunto no puede decirse lo mismo, pues al menos en cuatro entidades que rodean a la entidad: San Luis Potosí, Guanajuato, Guadalajara y Zacatecas, existe una percepción de inseguridad muy por arriba de esa media nacional (80% en promedio).

De acuerdo con el Informe de Incidencia Delictiva del Fuero Común del Centro Nacional de Información y el Semáforo Delictivo de Aguascalientes, la entidad ha venido presentando aumentos en algunos delitos del fuero común como robo a negocio, robo a casa habitación, robo de vehículo y violencia intrafamiliar. Por desgracia, el narcomenudeo también se coloca como un delito en constante crecimiento.

La información oficial confirma que hoy se están cometiendo 190 delitos por cada 100 mil habitantes. Se trata de una cifra nunca antes vista.

Entonces vale la pena preguntarnos, ¿es la inseguridad un problema real en Aguascalientes o un tema de percepción?

Dentro de la ecuación que hoy nos ocupa en este terreno, es importante decir que Aguascalientes ha experimentado un crecimiento exponencial en la última década y la tendencia acelerada a la alza sigue. Según estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO) para 2030 seremos nada más y nada menos que 1 millón 600 mil habitantes, siendo el municipio capital el que concentre el 80% del total.

Como toda ciudad grande, al crecer a un ritmo tan acelerado, Aguascalientes se enfrenta a numerosos retos en materia de infraestructura, vivienda y servicios públicos, entre otros, pero también a problemáticas propias de las grandes metrópolis, como la falta de empleo y por supuesto la inseguridad.

En lo personal creo que si negamos una problemática real como la inseguridad estaremos condenando el futuro de las próximas generaciones y la tranquilidad que por décadas ha distinguido a Aguascalientes. Lo que necesitamos, considero yo, es trabajar con indicadores en mano y con la certeza de que la coordinación de los cuerpos de seguridad en la entidad serán la clave para tomar al “toro por los cuernos” y de una vez por todas entrarle a un tema que resulta muy peligroso ignorar.

La seguridad es uno de los aspectos más importantes en cualquier sociedad. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera esta condición como uno de los elementos de mayor valor, en cuanto a la calidad de vida de las personas se refiere. Sin embargo y de manera preocupante, Aguascalientes parece estar atravesando una problemática real desde hace algunos años, que amerita la atención de todas las autoridades.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (ENSU) del INEGI, presentada en septiembre del año pasado, la percepción de inseguridad en en el municipio capital bajó ligeramente de 54.7% a 51.4%, en su comparación anual (2019-2020). Sin embargo, en una reciente encuesta realizada por la asociación civil “Aguascalientes Adelante”, la inseguridad se coloca como la problemática más sentida entre la población.

Si bien Aguascalientes se encuentra por debajo de la incidencia delictiva en relación con la media nacional, al ver la región en su conjunto no puede decirse lo mismo, pues al menos en cuatro entidades que rodean a la entidad: San Luis Potosí, Guanajuato, Guadalajara y Zacatecas, existe una percepción de inseguridad muy por arriba de esa media nacional (80% en promedio).

De acuerdo con el Informe de Incidencia Delictiva del Fuero Común del Centro Nacional de Información y el Semáforo Delictivo de Aguascalientes, la entidad ha venido presentando aumentos en algunos delitos del fuero común como robo a negocio, robo a casa habitación, robo de vehículo y violencia intrafamiliar. Por desgracia, el narcomenudeo también se coloca como un delito en constante crecimiento.

La información oficial confirma que hoy se están cometiendo 190 delitos por cada 100 mil habitantes. Se trata de una cifra nunca antes vista.

Entonces vale la pena preguntarnos, ¿es la inseguridad un problema real en Aguascalientes o un tema de percepción?

Dentro de la ecuación que hoy nos ocupa en este terreno, es importante decir que Aguascalientes ha experimentado un crecimiento exponencial en la última década y la tendencia acelerada a la alza sigue. Según estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO) para 2030 seremos nada más y nada menos que 1 millón 600 mil habitantes, siendo el municipio capital el que concentre el 80% del total.

Como toda ciudad grande, al crecer a un ritmo tan acelerado, Aguascalientes se enfrenta a numerosos retos en materia de infraestructura, vivienda y servicios públicos, entre otros, pero también a problemáticas propias de las grandes metrópolis, como la falta de empleo y por supuesto la inseguridad.

En lo personal creo que si negamos una problemática real como la inseguridad estaremos condenando el futuro de las próximas generaciones y la tranquilidad que por décadas ha distinguido a Aguascalientes. Lo que necesitamos, considero yo, es trabajar con indicadores en mano y con la certeza de que la coordinación de los cuerpos de seguridad en la entidad serán la clave para tomar al “toro por los cuernos” y de una vez por todas entrarle a un tema que resulta muy peligroso ignorar.