/ martes 13 de agosto de 2019

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED | Discurso de odio

POR: JAIME ARTEAGA NOVOA

Por los años 30 del siglo pasado, apareció un demente que llevó a la tumba a millones de seres humanos, se llamaba Adolf Hitler y en sus discursos hablaba de muerte, de crimen, de odio. De la oratoria pasó a los hechos y durante casi una década se dedicó al exterminio, al asesinato racial. Cuando se pensaba que aquello estaba superado, nos enteramos que hoy, en pleno siglo XXI, todavía hay quienes creen que matar por motivos raciales debe hacerse.

Los acontecimientos en Estados Unidos de las últimas semanas, son para alarmar a cualquiera. Comenzó el Presidente de Estados Unidos con sus miles de mensajes a través de redes sociales, donde habla de odio hacia los latinos, hacia los mexicanos especialmente, con los resultados que ya todos conocemos: atentados masivos en contra de connacionales que viven allá y frases como:

“La idea es matar a todos los mexicanos que pueda”.

Para que se den este tipo de atentados, lo primero es el discurso de odio promovido por el Presidente de Estados Unidos desde la Casa Blanca. Y del discurso a los hechos, porque, como vemos, para atentar contra los semejantes por motivos raciales, hace falta primero una agresión verbal, como la de Donald Trump, el desquiciado heredero de Hitler.

Desde su campaña político-electoral, el ahora para desgracia de la humanidad, Presidente de Estados Unidos, se caracterizó por el odio hacia todo aquel que no sea blanco, rubio, como él. Cada discurso, cada mensaje en las redes sociales, estuvo y está impregnado de odio racial y las consecuencias están a la vista: asesinatos masivos, agresiones, deportaciones, odio, rencor.

Después del discurso violento, los hechos igual de absurdos. La cadena de tiendas en una de las cuales se dio una de las masacres de los últimos días, en el colmo de la necedad, como son los crímenes por motivos raciales, dicha cadena prohibió la exhibición en sus tiendas de videos violentos, pero siguen vendiendo armas.

Hitler, luego de los violentos discursos en contra de la población judía, dio paso a la nefasta noche en la cual se dio rienda suelta a las agresiones y crímenes, persecución, encarcelamiento, deportación y asesinato de millones de personas, solamente por el hecho de pertenecer a cierta raza.

Tuvo que venir una larga guerra con millones de muertos, para que entendiéramos lo absurdo de las guerras por motivos raciales o por cualquier motivo. No hay guerra que se justifique.

Hoy, en el 2019, la guerra es contra los mexicanos, los latinos, es decir: nosotros.

Lo peor de todo es que en Estados Unidos es común llegar a una tienda y comprar un rifle de asalto, cualquier tipo de arma larga o corta y, se hace de manera indiscriminada, es decir, cualquier loco puede llegar, comprar pistolas o metralletas y disparar en una escuela, en un centro comercial o en cualquier calle, contra aquellos que el Presidente odia.

A pesar de los nefastos resultados no se prohíbe la venta indiscriminada de armas, porque detrás hay una industria poderosa. Negocios son negocios, reza la consigna del capitalismo salvaje, las vidas humanas poco importan ante el poderoso caballero: don dinero.

La ONU, que naciera precisamente luego de acabar con el poderío de Hitler, para salvaguardar la paz y el respeto a los seres humanos, guarda un silencio cómplice ante lo que claramente se ve, como crímenes de odio, propiciados por un Presidente enloquecido, incapaz de sentir y respetar la vida de los demás.

Se quedaron en la época del lejano oeste, cuando andar armado era justificado, pues había que acabar con los pueblos originarios. Siglos después, el discurso no ha cambiado.

POR: JAIME ARTEAGA NOVOA

Por los años 30 del siglo pasado, apareció un demente que llevó a la tumba a millones de seres humanos, se llamaba Adolf Hitler y en sus discursos hablaba de muerte, de crimen, de odio. De la oratoria pasó a los hechos y durante casi una década se dedicó al exterminio, al asesinato racial. Cuando se pensaba que aquello estaba superado, nos enteramos que hoy, en pleno siglo XXI, todavía hay quienes creen que matar por motivos raciales debe hacerse.

Los acontecimientos en Estados Unidos de las últimas semanas, son para alarmar a cualquiera. Comenzó el Presidente de Estados Unidos con sus miles de mensajes a través de redes sociales, donde habla de odio hacia los latinos, hacia los mexicanos especialmente, con los resultados que ya todos conocemos: atentados masivos en contra de connacionales que viven allá y frases como:

“La idea es matar a todos los mexicanos que pueda”.

Para que se den este tipo de atentados, lo primero es el discurso de odio promovido por el Presidente de Estados Unidos desde la Casa Blanca. Y del discurso a los hechos, porque, como vemos, para atentar contra los semejantes por motivos raciales, hace falta primero una agresión verbal, como la de Donald Trump, el desquiciado heredero de Hitler.

Desde su campaña político-electoral, el ahora para desgracia de la humanidad, Presidente de Estados Unidos, se caracterizó por el odio hacia todo aquel que no sea blanco, rubio, como él. Cada discurso, cada mensaje en las redes sociales, estuvo y está impregnado de odio racial y las consecuencias están a la vista: asesinatos masivos, agresiones, deportaciones, odio, rencor.

Después del discurso violento, los hechos igual de absurdos. La cadena de tiendas en una de las cuales se dio una de las masacres de los últimos días, en el colmo de la necedad, como son los crímenes por motivos raciales, dicha cadena prohibió la exhibición en sus tiendas de videos violentos, pero siguen vendiendo armas.

Hitler, luego de los violentos discursos en contra de la población judía, dio paso a la nefasta noche en la cual se dio rienda suelta a las agresiones y crímenes, persecución, encarcelamiento, deportación y asesinato de millones de personas, solamente por el hecho de pertenecer a cierta raza.

Tuvo que venir una larga guerra con millones de muertos, para que entendiéramos lo absurdo de las guerras por motivos raciales o por cualquier motivo. No hay guerra que se justifique.

Hoy, en el 2019, la guerra es contra los mexicanos, los latinos, es decir: nosotros.

Lo peor de todo es que en Estados Unidos es común llegar a una tienda y comprar un rifle de asalto, cualquier tipo de arma larga o corta y, se hace de manera indiscriminada, es decir, cualquier loco puede llegar, comprar pistolas o metralletas y disparar en una escuela, en un centro comercial o en cualquier calle, contra aquellos que el Presidente odia.

A pesar de los nefastos resultados no se prohíbe la venta indiscriminada de armas, porque detrás hay una industria poderosa. Negocios son negocios, reza la consigna del capitalismo salvaje, las vidas humanas poco importan ante el poderoso caballero: don dinero.

La ONU, que naciera precisamente luego de acabar con el poderío de Hitler, para salvaguardar la paz y el respeto a los seres humanos, guarda un silencio cómplice ante lo que claramente se ve, como crímenes de odio, propiciados por un Presidente enloquecido, incapaz de sentir y respetar la vida de los demás.

Se quedaron en la época del lejano oeste, cuando andar armado era justificado, pues había que acabar con los pueblos originarios. Siglos después, el discurso no ha cambiado.

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