/ martes 5 de octubre de 2021

Educar(se)… por la Noviolencia

Noviolencia, una sola palabra y no con guion (no-violencia); usual en el lenguaje italiano, castellano y francés, así lo refiere Xesús R. Jares, la palabra noviolencia en una sola palabra “lleva consigo un programa constructivo de acción, un pensamiento nuevo, una nueva concepción del hombre y del mundo”.

El recién pasado 2 de octubre, es una fecha memorable en nuestro país, el movimiento estudiantil del 68, movilización social, surge como acción colectiva contra el autoritarismo y la democratización del país; en la misma fecha, pero en otra época (1869), nace Mohandas Karamanchand Gandhi, comúnmente conocido hasta nuestros días como Gandhi.

La influencia de Gandhi en la educación fue básicamente a través de lo que realizaba en su vida (trabajo manual) y pensamiento. Los principios a la filosofía forjada por el pacifista significaron “firmeza en la verdad” y “acción sin violencia”. Las técnicas implementadas por Gandhi con el propósito de inducir una cultura por la paz, la noviolencia maniobrada, fue a través de la no cooperación (boicot, huelga etc.) y desobediencia civil (romper o no hacer caso de las leyes que representan la injusticia o que la apoyen); significa entonces que promover la noviolencia, es ser activos, desde luego, dicho activismo se traduce en una lucha contra la injusticia, sin que implique un agravio o daño a quien propicia o cree en la injusticia.

Gandhi sostenía que la educación no puede ser responsabilidad exclusiva de la escuela, sino un proceso en el que participa toda la comunidad en ella. Sin que expresamente se haya referido a la gobernanza -sostenía-, la implementación de la política pública educativa, debiera ser tarea universal, es decir, con la cooperación de toda la comunidad (sin excepción).

Gobernanza es un término acuñado en los años 90 del siglo pasado, su uso es alternativo en los nuevos estilos de gobernar, es reconocida como una forma organizativa para acertar y optimizar la actividad administrativa de los gobernantes. Paradójicamente ese grado de organización se origina en el modelo económico neoliberal. Hoy no son pocos los gobiernos que, en su planeación institucional democrática -como si fuera moda-, han adoptado, la gobernanza como novedad, con intención de corresponsabilizar en lo público a los gobernados.

Del mismo grado de organizar en la implementación del quehacer público, Leonidas Donskis y Zygmunt Bauman, en su obra “Ceguera moral”, centran su conversación en una idea por acuñar el concepto de la gobernanza de las universidades, el primero, describe como “la existencia de un profundo compromiso de agentes sociales que engrandece a la burocracia estatal y de políticos”. Se trata de consejos de administración que supervisan al ente universitario, distinto a los consejos universitarios tradicionales. Los consejos surgidos de la gobernanza universitaria están éticamente guiados por una responsabilidad cívica y académica de compromiso a largo plazo. En seguimiento a su conversación, coinciden en que “pasamos por un momento en el que los gobiernos y burócratas vinculados a la política educativa en educación superior e investigación mantienen deliberadamente a las comunidades académicas en una zona de ambigüedad, oscuridad e inseguridad”. El diálogo no resulta descomunal, ni ajeno a la realidad que padecemos.

El sistema educativo debe ser el espíritu y fortaleza de un estado. Particularmente la educación superior (universitario), debe formar “Ciudadanía crítica y solidaria”, fijando como eje fundamental para una sociedad sólida, los derechos fundamentales. Formar profesionales, buenos profesionistas con virtudes, con carácter y excelencia al servicio de la comunidad.

Una meta de la universidad debe ser buscar la verdad y la justicia. Soluciones más justas (pobreza, hambre, enfermedad), sólo así se consigue la noviolencia. Con la transmisión de la cultura y el saber se forman sociedades solidarias-justas-críticas.

Contextualizando la noviolencia en nuestra nación, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos imprime “la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional”, en el mismo sentido, la Ley General de Educación en la fracción V, artículo 15 señala que el sistema educativo en cualquiera de sus modalidades es “fomentar a los educandos en la cultura de la paz, el respeto, la tolerancia, los valores democráticos que favorezcan el diálogo constructivo, la solidaridad y la búsqueda de acuerdos que permitan la solución no violenta de conflictos y la convivencia en un marco de respeto a las diferencias”.

Armonía, concordia y cooperación, elementos para lograr la noviolencia… “el fin está en los medios como el árbol en la semilla” Gandhi. ¡Sembremos, somos tierra fértil!

Noviolencia, una sola palabra y no con guion (no-violencia); usual en el lenguaje italiano, castellano y francés, así lo refiere Xesús R. Jares, la palabra noviolencia en una sola palabra “lleva consigo un programa constructivo de acción, un pensamiento nuevo, una nueva concepción del hombre y del mundo”.

El recién pasado 2 de octubre, es una fecha memorable en nuestro país, el movimiento estudiantil del 68, movilización social, surge como acción colectiva contra el autoritarismo y la democratización del país; en la misma fecha, pero en otra época (1869), nace Mohandas Karamanchand Gandhi, comúnmente conocido hasta nuestros días como Gandhi.

La influencia de Gandhi en la educación fue básicamente a través de lo que realizaba en su vida (trabajo manual) y pensamiento. Los principios a la filosofía forjada por el pacifista significaron “firmeza en la verdad” y “acción sin violencia”. Las técnicas implementadas por Gandhi con el propósito de inducir una cultura por la paz, la noviolencia maniobrada, fue a través de la no cooperación (boicot, huelga etc.) y desobediencia civil (romper o no hacer caso de las leyes que representan la injusticia o que la apoyen); significa entonces que promover la noviolencia, es ser activos, desde luego, dicho activismo se traduce en una lucha contra la injusticia, sin que implique un agravio o daño a quien propicia o cree en la injusticia.

Gandhi sostenía que la educación no puede ser responsabilidad exclusiva de la escuela, sino un proceso en el que participa toda la comunidad en ella. Sin que expresamente se haya referido a la gobernanza -sostenía-, la implementación de la política pública educativa, debiera ser tarea universal, es decir, con la cooperación de toda la comunidad (sin excepción).

Gobernanza es un término acuñado en los años 90 del siglo pasado, su uso es alternativo en los nuevos estilos de gobernar, es reconocida como una forma organizativa para acertar y optimizar la actividad administrativa de los gobernantes. Paradójicamente ese grado de organización se origina en el modelo económico neoliberal. Hoy no son pocos los gobiernos que, en su planeación institucional democrática -como si fuera moda-, han adoptado, la gobernanza como novedad, con intención de corresponsabilizar en lo público a los gobernados.

Del mismo grado de organizar en la implementación del quehacer público, Leonidas Donskis y Zygmunt Bauman, en su obra “Ceguera moral”, centran su conversación en una idea por acuñar el concepto de la gobernanza de las universidades, el primero, describe como “la existencia de un profundo compromiso de agentes sociales que engrandece a la burocracia estatal y de políticos”. Se trata de consejos de administración que supervisan al ente universitario, distinto a los consejos universitarios tradicionales. Los consejos surgidos de la gobernanza universitaria están éticamente guiados por una responsabilidad cívica y académica de compromiso a largo plazo. En seguimiento a su conversación, coinciden en que “pasamos por un momento en el que los gobiernos y burócratas vinculados a la política educativa en educación superior e investigación mantienen deliberadamente a las comunidades académicas en una zona de ambigüedad, oscuridad e inseguridad”. El diálogo no resulta descomunal, ni ajeno a la realidad que padecemos.

El sistema educativo debe ser el espíritu y fortaleza de un estado. Particularmente la educación superior (universitario), debe formar “Ciudadanía crítica y solidaria”, fijando como eje fundamental para una sociedad sólida, los derechos fundamentales. Formar profesionales, buenos profesionistas con virtudes, con carácter y excelencia al servicio de la comunidad.

Una meta de la universidad debe ser buscar la verdad y la justicia. Soluciones más justas (pobreza, hambre, enfermedad), sólo así se consigue la noviolencia. Con la transmisión de la cultura y el saber se forman sociedades solidarias-justas-críticas.

Contextualizando la noviolencia en nuestra nación, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos imprime “la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional”, en el mismo sentido, la Ley General de Educación en la fracción V, artículo 15 señala que el sistema educativo en cualquiera de sus modalidades es “fomentar a los educandos en la cultura de la paz, el respeto, la tolerancia, los valores democráticos que favorezcan el diálogo constructivo, la solidaridad y la búsqueda de acuerdos que permitan la solución no violenta de conflictos y la convivencia en un marco de respeto a las diferencias”.

Armonía, concordia y cooperación, elementos para lograr la noviolencia… “el fin está en los medios como el árbol en la semilla” Gandhi. ¡Sembremos, somos tierra fértil!