/ martes 12 de abril de 2022

Crónica de un ejercicio democrático

Antier, se llevó a cabo el ejercicio de un derecho fundamental recientemente deliberado por el Congreso de la Unión mediante el proceso legislativo, establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Contrario a la retórica de adversarios que se han empeñado férreamente en promover la anulación a una institución formalmente creada conforme al Estado de Derecho, la revocación de mandato es una figura jurídica para el ejercicio de democracia directa, ejercicio que se llevó a cabo el diez de abril.

Indudablemente, se trató de un derecho ciudadano para depositar y reconocer el poder del pueblo por la vía pacífica e institucional de las urnas. La autenticidad de la voluntad quedó registrada para la historia de la democracia de México del siglo XXI. Este hecho significa la configuración de un proceso de consolidación de la transformación pública iniciada hace poco más de tres años en la vida política de la nación.

Por aquello de los confundidos, la revocación de mandato –que por ahora comentaremos– no es un capricho, ni mucho menos se trata de algún mecanismo o trampa en una posible perpetuación en el poder, sino todo lo contrario. Se trata de un ejercicio del poder, inédito en nuestro país para fortalecer nuestra democracia. La revocación de mandato fue instituida como herramienta de participación directa de los ciudadanos en el ejercicio del poder; tiene el propósito de perfeccionar y reconocer la voluntad del pueblo involucrado en asuntos públicos; consiste en interrumpir o no, el ejercicio de gobierno del poder ejecutivo. Acción que se ampara en la fracción IX del artículo 35, de la propia CPEUM, en correlación con la ley que regula la instrumentación de dicho derecho ciudadano, la Ley Federal de Revocación de Mandato.

Lejos de entender y aceptar a uno de los planteamientos que soportan la transformación nacional –impulsada por el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador–, los adversarios de la 4T se han ensañado en polarizar a la sociedad mediante intensas campañas mediáticas con el objetivo de descalificar y desconocer la formalidad de un proceso legislativo del Congreso de la Unión.

Fue pública y notoria la obcecación de adversarios en la escena política, para hacer propaganda negativa antes y durante el periodo de promoción de la revocación de mandato. Así, el día de la votación fue indudablemente más intensa la insistencia, evidenciada en redes sociales digitales y tradicionales.

Pese a las peripecias de resistencia (de una oposición obstinada) padecidas en una sociedad que tomó la decisión en el 2018 de optar por un cambio de régimen, y ante la renuencia de la autoridad electoral (INE) –que lejos ha estado en su actuar en el marco de la ley que regula la vía pacífica y democrática de las instituciones de nuestro país en las nuevas formas de reconocer el poder del pueblo–.

El pasado domingo diez de abril, ciudadanos y ciudadanas mexicanas conscientes y patrióticas ratificaron el compromiso de seguir en la lucha por el respeto a las instituciones preestablecidas en un Estado de Derecho.

No obstante, estuvieron presentes algunos obstáculos u omisiones de un deber legal de responsabilidad de la autoridad electoral (INE). Ejemplo de ello es el haber reducido hasta una tercera parte de casillas o mesas receptoras de votos, o el de no haber hecho promoción como se lo mandata la legislación. A pesar de ello, los resultados de la votación fueron un éxito óptimo.

En las estimaciones de conteo rápido de resultados y de participación ciudadana de revocación de mandato, con un nivel de confianza de 95%, se registra una participación aproximada de 16 millones –donde más de 14 millones votó por que siga y poco más de 1 millón votó para que se le revoque el mandato–.

Es decir, por encima del 90% de los electores participantes aprueban la gestión del presidente AMLO.

En democracias como la nuestra, la decisión del elector se forja con base en estar bien informados sobre el buen desempeño y la calidad de un gobernante que sirve al pueblo.

Aguascalientes no será una excepción al ejercicio democrático recién llevado a cabo. Siendo un corredor, donde aparentemente se han atrincherado los conservadores de la derecha, aún con su guerra sucia e interferencia en la libertad de decidir en la participación de la revocación de mandato, se impondrá la voluntad de ciudadanos conscientes.

En Aguascalientes, cerca de un centenar de miles de participantes aguascalentenses, con su voto ratificarán el respaldo y aprobarán la gestión a nuestro presidente AMLO.

¡No podemos fallar… en lucha hasta lograr la 4t en Aguascalientes!

Antier, se llevó a cabo el ejercicio de un derecho fundamental recientemente deliberado por el Congreso de la Unión mediante el proceso legislativo, establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Contrario a la retórica de adversarios que se han empeñado férreamente en promover la anulación a una institución formalmente creada conforme al Estado de Derecho, la revocación de mandato es una figura jurídica para el ejercicio de democracia directa, ejercicio que se llevó a cabo el diez de abril.

Indudablemente, se trató de un derecho ciudadano para depositar y reconocer el poder del pueblo por la vía pacífica e institucional de las urnas. La autenticidad de la voluntad quedó registrada para la historia de la democracia de México del siglo XXI. Este hecho significa la configuración de un proceso de consolidación de la transformación pública iniciada hace poco más de tres años en la vida política de la nación.

Por aquello de los confundidos, la revocación de mandato –que por ahora comentaremos– no es un capricho, ni mucho menos se trata de algún mecanismo o trampa en una posible perpetuación en el poder, sino todo lo contrario. Se trata de un ejercicio del poder, inédito en nuestro país para fortalecer nuestra democracia. La revocación de mandato fue instituida como herramienta de participación directa de los ciudadanos en el ejercicio del poder; tiene el propósito de perfeccionar y reconocer la voluntad del pueblo involucrado en asuntos públicos; consiste en interrumpir o no, el ejercicio de gobierno del poder ejecutivo. Acción que se ampara en la fracción IX del artículo 35, de la propia CPEUM, en correlación con la ley que regula la instrumentación de dicho derecho ciudadano, la Ley Federal de Revocación de Mandato.

Lejos de entender y aceptar a uno de los planteamientos que soportan la transformación nacional –impulsada por el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador–, los adversarios de la 4T se han ensañado en polarizar a la sociedad mediante intensas campañas mediáticas con el objetivo de descalificar y desconocer la formalidad de un proceso legislativo del Congreso de la Unión.

Fue pública y notoria la obcecación de adversarios en la escena política, para hacer propaganda negativa antes y durante el periodo de promoción de la revocación de mandato. Así, el día de la votación fue indudablemente más intensa la insistencia, evidenciada en redes sociales digitales y tradicionales.

Pese a las peripecias de resistencia (de una oposición obstinada) padecidas en una sociedad que tomó la decisión en el 2018 de optar por un cambio de régimen, y ante la renuencia de la autoridad electoral (INE) –que lejos ha estado en su actuar en el marco de la ley que regula la vía pacífica y democrática de las instituciones de nuestro país en las nuevas formas de reconocer el poder del pueblo–.

El pasado domingo diez de abril, ciudadanos y ciudadanas mexicanas conscientes y patrióticas ratificaron el compromiso de seguir en la lucha por el respeto a las instituciones preestablecidas en un Estado de Derecho.

No obstante, estuvieron presentes algunos obstáculos u omisiones de un deber legal de responsabilidad de la autoridad electoral (INE). Ejemplo de ello es el haber reducido hasta una tercera parte de casillas o mesas receptoras de votos, o el de no haber hecho promoción como se lo mandata la legislación. A pesar de ello, los resultados de la votación fueron un éxito óptimo.

En las estimaciones de conteo rápido de resultados y de participación ciudadana de revocación de mandato, con un nivel de confianza de 95%, se registra una participación aproximada de 16 millones –donde más de 14 millones votó por que siga y poco más de 1 millón votó para que se le revoque el mandato–.

Es decir, por encima del 90% de los electores participantes aprueban la gestión del presidente AMLO.

En democracias como la nuestra, la decisión del elector se forja con base en estar bien informados sobre el buen desempeño y la calidad de un gobernante que sirve al pueblo.

Aguascalientes no será una excepción al ejercicio democrático recién llevado a cabo. Siendo un corredor, donde aparentemente se han atrincherado los conservadores de la derecha, aún con su guerra sucia e interferencia en la libertad de decidir en la participación de la revocación de mandato, se impondrá la voluntad de ciudadanos conscientes.

En Aguascalientes, cerca de un centenar de miles de participantes aguascalentenses, con su voto ratificarán el respaldo y aprobarán la gestión a nuestro presidente AMLO.

¡No podemos fallar… en lucha hasta lograr la 4t en Aguascalientes!