/ viernes 13 de mayo de 2022

Café Fausto | Memorias del subdesarrollo

Un hombre en uno de los pisos más elevados de un edificio de departamentos en La Habana está de pie en un balcón, ahí mira a la ciudad a través de un catalejo montado en un tripie. Observa los edificios, a las personas, hace su juicio desde su altura y su distancia. Es un hombre que desde su criterio observa a la realidad que lo rodea.

Esa imagen es tal vez la más representativa para identificar la película cubana “Memorias del subdesarrollo” del director Tomás Gutiérrez Alea realizada en 1968 y que sin duda es un referente de una obra en la que se reflexiona sobre la conducta de una persona que vive una transformación social teniendo una perspectiva aparentemente progresista, pero que en realidad es tan conservador como sus familiares que en ese caso decidieron dejar la isla después del triunfo de la Revolución.

Esta cinta, que puede verse si se le busca en Youtube, está basada en el libro del mismo nombre escrito por Edmundo Desnoes, en ella nos lleva al proceso de reflexión del personaje principal quien se niega infructuosamente a ser un pequeño burgués en tanto que al ver sus acciones es evidente que sí lo es. Se trata del difícil proceso de una persona que no logra transformarse en lo individual cuando la mayor parte de la colectividad ya lo hizo en un proceso social en el que inevitablemente se encuentra inmerso.

De hecho, la película no se basa solamente en esa novela, me atrevo a comentar que hay otros textos dentro de la misma película, entre ellos el más destacado es el ensayo “Moral burguesa y Revolución” de León Rozitchner en el que se aborda el resultado de una investigación basada en los juicios a los mercenarios contrarrevolucionarios presos que intentaron invadir Cuba al ingresar a Playa Girón en 1961.

En este ensayo Rozitchner aborda el tema de la distribución moral del trabajo en el bien logrado capítulo “La verdad del grupo está en el asesino”, resumida de manera impecable en la cinta de Gutiérrez Alea.

Sin salir demasiado del tema central, este ensayo nos lleva a comprender cómo es que todos somos de alguna manera corresponsables de la realidad que padecemos aun siendo aparentemente neutrales o simples observadores.

Vuelvo a la imagen del hombre mirando a través del catalejo que es la síntesis del individuo que observa, pero que no actúa, que juzga, pero no se involucra, es quien no está dispuesto a asumirse en la colectividad que ya cambió a su alrededor sin tal vez quererse dar cuenta.

El personaje Sergio, como se llama en la película, es un hombre relativamente culto, instruido, que quiso ser escritor, pero que lo vencieron los convencionalismos y dejó esa actividad creativa, que se trata de mostrar progresista e incluso crítico, pero que en realidad se convierte en un factor de resistencia a un cambio de su realidad social ya logrado por el pueblo a través de una Revolución.

Más que un personaje, Sergio es un sector de la población que mantiene el criterio diferente al de la mayoría que apuesta por una nueva realidad y que poco a poco se va aislando.

Me atrevo a ir más lejos al contrastar la imagen del hombre que mira a través del catalejo con el personaje principal del mural “El hombre controlador del universo” que Diego Rivera pintó en 1934 y que se encuentra exhibido en el Palacio de Bellas Artes de México.

En este mural, Rivera pinta al centro de su obra a un hombre que bien puede ser un obrero por su manera de vestir, porta guantes y tiene en sus manos los controles de lo que parece ser una gran maquinaria. A su alrededor se muestran escenas contrastantes en las que de un lado puede verse lo que desde el punto de vista del artista es el mundo capitalista, el imperialismo y su destino caótico, mientras que en el otro extremo en contraste la el mundo desde la izquierda con su realidad y el futuro que ofrece.

La clave de esta imagen está en el hombre que mueve una palanca y tal vez botones para decidir su realidad, es el hombre controlador del universo, el que observa desde la ciencia y actúa con su perspectiva que va de lo microscópico hasta el cosmos. El hombre que cambia su realidad.

Menciono esta imagen del mural que confieso, es mi favorito de Diego Rivera, porque es exactamente lo contrario de la persona que solamente observa y juzga desde su criterio.

Dos imágenes que nos permiten pensar respecto a nuestro entorno y nuestro actuar individual frente a la colectividad, ambos son dos maneras de ver el mundo y dos opciones distintas de qué camino a tomar.

Ambas obras de arte recomiendo que las conozcan, que disfruten de esta película ya clásica del cine cubano con la bien lograda música de Leo Brower y que gocen de observar el mural de Diego Rivera que les menciono. Ambas en esencia muy actuales a pesar del paso del tiempo.

Un hombre en uno de los pisos más elevados de un edificio de departamentos en La Habana está de pie en un balcón, ahí mira a la ciudad a través de un catalejo montado en un tripie. Observa los edificios, a las personas, hace su juicio desde su altura y su distancia. Es un hombre que desde su criterio observa a la realidad que lo rodea.

Esa imagen es tal vez la más representativa para identificar la película cubana “Memorias del subdesarrollo” del director Tomás Gutiérrez Alea realizada en 1968 y que sin duda es un referente de una obra en la que se reflexiona sobre la conducta de una persona que vive una transformación social teniendo una perspectiva aparentemente progresista, pero que en realidad es tan conservador como sus familiares que en ese caso decidieron dejar la isla después del triunfo de la Revolución.

Esta cinta, que puede verse si se le busca en Youtube, está basada en el libro del mismo nombre escrito por Edmundo Desnoes, en ella nos lleva al proceso de reflexión del personaje principal quien se niega infructuosamente a ser un pequeño burgués en tanto que al ver sus acciones es evidente que sí lo es. Se trata del difícil proceso de una persona que no logra transformarse en lo individual cuando la mayor parte de la colectividad ya lo hizo en un proceso social en el que inevitablemente se encuentra inmerso.

De hecho, la película no se basa solamente en esa novela, me atrevo a comentar que hay otros textos dentro de la misma película, entre ellos el más destacado es el ensayo “Moral burguesa y Revolución” de León Rozitchner en el que se aborda el resultado de una investigación basada en los juicios a los mercenarios contrarrevolucionarios presos que intentaron invadir Cuba al ingresar a Playa Girón en 1961.

En este ensayo Rozitchner aborda el tema de la distribución moral del trabajo en el bien logrado capítulo “La verdad del grupo está en el asesino”, resumida de manera impecable en la cinta de Gutiérrez Alea.

Sin salir demasiado del tema central, este ensayo nos lleva a comprender cómo es que todos somos de alguna manera corresponsables de la realidad que padecemos aun siendo aparentemente neutrales o simples observadores.

Vuelvo a la imagen del hombre mirando a través del catalejo que es la síntesis del individuo que observa, pero que no actúa, que juzga, pero no se involucra, es quien no está dispuesto a asumirse en la colectividad que ya cambió a su alrededor sin tal vez quererse dar cuenta.

El personaje Sergio, como se llama en la película, es un hombre relativamente culto, instruido, que quiso ser escritor, pero que lo vencieron los convencionalismos y dejó esa actividad creativa, que se trata de mostrar progresista e incluso crítico, pero que en realidad se convierte en un factor de resistencia a un cambio de su realidad social ya logrado por el pueblo a través de una Revolución.

Más que un personaje, Sergio es un sector de la población que mantiene el criterio diferente al de la mayoría que apuesta por una nueva realidad y que poco a poco se va aislando.

Me atrevo a ir más lejos al contrastar la imagen del hombre que mira a través del catalejo con el personaje principal del mural “El hombre controlador del universo” que Diego Rivera pintó en 1934 y que se encuentra exhibido en el Palacio de Bellas Artes de México.

En este mural, Rivera pinta al centro de su obra a un hombre que bien puede ser un obrero por su manera de vestir, porta guantes y tiene en sus manos los controles de lo que parece ser una gran maquinaria. A su alrededor se muestran escenas contrastantes en las que de un lado puede verse lo que desde el punto de vista del artista es el mundo capitalista, el imperialismo y su destino caótico, mientras que en el otro extremo en contraste la el mundo desde la izquierda con su realidad y el futuro que ofrece.

La clave de esta imagen está en el hombre que mueve una palanca y tal vez botones para decidir su realidad, es el hombre controlador del universo, el que observa desde la ciencia y actúa con su perspectiva que va de lo microscópico hasta el cosmos. El hombre que cambia su realidad.

Menciono esta imagen del mural que confieso, es mi favorito de Diego Rivera, porque es exactamente lo contrario de la persona que solamente observa y juzga desde su criterio.

Dos imágenes que nos permiten pensar respecto a nuestro entorno y nuestro actuar individual frente a la colectividad, ambos son dos maneras de ver el mundo y dos opciones distintas de qué camino a tomar.

Ambas obras de arte recomiendo que las conozcan, que disfruten de esta película ya clásica del cine cubano con la bien lograda música de Leo Brower y que gocen de observar el mural de Diego Rivera que les menciono. Ambas en esencia muy actuales a pesar del paso del tiempo.