/ viernes 12 de agosto de 2022

Café Fausto | León Trotsky, el imparable en trineo

De vez en vez regreso al Museo Casa de León Trotsky en la Ciudad de México, es un lugar al que asisto con el reconocimiento a un intelectual y revolucionario con el que tengo coincidencias ideológicas y que fue de mis primeras lecturas en mi primera juventud como parte de mi formación de izquierda.

Obras como “La Revolución permanente”, “La Revolución traicionada”, “Resultados y Perspectivas”, “Una escuela de estrategia revolucionaria”, “La mujer y la familia”, “Su moral y la nuestra” y “Literatura y Revolución”, son algunos de los textos que a lo largo de mi vida he leído y vuelto a leer al encontrar nuevas aristas de reflexión en la obra de Trotsky como ideólogo.

Creo que fue a inicios de la década de los noventa o a finales de los ochenta cuando recorrí por primera vez el lugar y me tomé una fotografía ante su tumba. Al andar por los estrechos pasillos del Museo Casa de León Trotsky, y sede del Instituto del Derecho de Asilo Museo Casa de León Trotsky, A.C. lo imagino detenido, absorto, observando las plantas del jardín o viendo a sus conejos. Lo imagino como un hombre de casi sesenta años como entonces se veían los hombres de sesenta años que recorrieron mundo e hicieron al lado de Lenin la Revolución en Rusia.

En ese Museo llega a mi imagen por supuesto el hombre maduro que en la intimidad de su hogar- refugio, en medio de la criminal persecución stalinista era un esposo amoroso con su segunda esposa Natalia Sedova como se puede apreciar en el libro “Correspondencia 1933-1938” en el que se reproduce la conmovedora relación epistolar con ella o bien el abuelo amoroso que cuidaba a su nieto Esteban Volkov quien ha testimoniado cómo incluso al estar el líder revolucionario herido de muerte pidió a sus guardias y asistentes que el niño no viera los rastros de violencia, ni la sangre.

Fue hasta leer su libro “El joven Lenin” cuando tuve su primera imagen de una persona de menos de treinta años, porque al leer su extraordinaria biografía sobre la primera etapa de vida del líder soviético, de inmediato me llevó a imaginarlo igual, pues también fue joven.

Vale la pena recordar desde esa faceta de biógrafo (también con su inconclusa y extensa biografía de José Stalin que de manera acertada editó hace poco el Fondo de Cultura Económica en una bien realizada y no manipulada traducción), también al Trotsky historiador con su extensa y bien lograda obra en dos volúmenes “Historia de la Revolución Rusa”, que definitivamente recomiendo.

Hace ya algunas semanas o meses escribí en esta columna sobre la biografía “Trotsky. Revolucionario sin fronteras” de Jean- Jaques Marie, fue cuando pude reconocer a un León Trotsky joven y con toda su energía vital y revolucionaria.

Sin embargo, es hasta hace poco en que supe del texto "La fuga de Siberia en un trineo de renos" de León Trotsky, recientemente publicado por Editorial Siglo XXI en el que va del género epistolar al diario de viaje al narrar su aventura de juventud al escapar en de Siberia siendo preso político del régimen zarista.

En esta reciente bien lograda traducción de Irina Chernova con un prólogo del escritor cubano Leonardo Padura, podemos ver a un León Trotsky con menos de treinta años en el que, dentro del texto, no repara tanto en reflexiones teóricas sino en su actuar, primero como cautivo por el régimen zarista y luego prófugo que escapa para lograr su libertad.

Esta valiosa primera traducción al español de “La fuga de Siberia en un trineo de renos" nos permite ver un poco de la vena literaria del fundador del Ejército Rojo en textos que nos llevan del tedio del hombre preso a la complicada situación del evadido.

Disfrutar y luego revisar con calma este nuevo libro nos da la oportunidad de reconocer a ese León Trotsky desde lo más cercano a la literatura creativa o en sí desde la crónica, recordando su extensa experiencia como periodista.

En su prólogo, Padura comenta que “La fuga de Siberia, que Davidovich (Trotsky) publicó en 1907 con el seudónimo de N. Trotsky bajo el sello de Shipovnik, es un opúsculo que, por la cercanía entre los sucesos narrados y su redacción —por la coyuntura histórica en que ocurren esos acontecimientos, la edad y el grado de compromiso político de su autor en el momento de vivir lo que narra y, de inmediato, decidirse a plasmarlo—, nos entrega a un joven Trotsky casi en estado puro. Y esto en todas sus facetas: la de político, la de escritor, la de hombre de cultura y, sobre todo, la de ser humano”.

Por esto, felicito el esfuerzo de esta primera traducción en español de esta pieza inédita en nuestra lengua, porque le da una energía renovadora a este personaje que no dejo de imaginarlo, imparable en su tren blindado en la construcción del sueño revolucionario o bien antes en un trineo en la búsqueda de la libertad para continuar la lucha. Hay que leerlo.

De vez en vez regreso al Museo Casa de León Trotsky en la Ciudad de México, es un lugar al que asisto con el reconocimiento a un intelectual y revolucionario con el que tengo coincidencias ideológicas y que fue de mis primeras lecturas en mi primera juventud como parte de mi formación de izquierda.

Obras como “La Revolución permanente”, “La Revolución traicionada”, “Resultados y Perspectivas”, “Una escuela de estrategia revolucionaria”, “La mujer y la familia”, “Su moral y la nuestra” y “Literatura y Revolución”, son algunos de los textos que a lo largo de mi vida he leído y vuelto a leer al encontrar nuevas aristas de reflexión en la obra de Trotsky como ideólogo.

Creo que fue a inicios de la década de los noventa o a finales de los ochenta cuando recorrí por primera vez el lugar y me tomé una fotografía ante su tumba. Al andar por los estrechos pasillos del Museo Casa de León Trotsky, y sede del Instituto del Derecho de Asilo Museo Casa de León Trotsky, A.C. lo imagino detenido, absorto, observando las plantas del jardín o viendo a sus conejos. Lo imagino como un hombre de casi sesenta años como entonces se veían los hombres de sesenta años que recorrieron mundo e hicieron al lado de Lenin la Revolución en Rusia.

En ese Museo llega a mi imagen por supuesto el hombre maduro que en la intimidad de su hogar- refugio, en medio de la criminal persecución stalinista era un esposo amoroso con su segunda esposa Natalia Sedova como se puede apreciar en el libro “Correspondencia 1933-1938” en el que se reproduce la conmovedora relación epistolar con ella o bien el abuelo amoroso que cuidaba a su nieto Esteban Volkov quien ha testimoniado cómo incluso al estar el líder revolucionario herido de muerte pidió a sus guardias y asistentes que el niño no viera los rastros de violencia, ni la sangre.

Fue hasta leer su libro “El joven Lenin” cuando tuve su primera imagen de una persona de menos de treinta años, porque al leer su extraordinaria biografía sobre la primera etapa de vida del líder soviético, de inmediato me llevó a imaginarlo igual, pues también fue joven.

Vale la pena recordar desde esa faceta de biógrafo (también con su inconclusa y extensa biografía de José Stalin que de manera acertada editó hace poco el Fondo de Cultura Económica en una bien realizada y no manipulada traducción), también al Trotsky historiador con su extensa y bien lograda obra en dos volúmenes “Historia de la Revolución Rusa”, que definitivamente recomiendo.

Hace ya algunas semanas o meses escribí en esta columna sobre la biografía “Trotsky. Revolucionario sin fronteras” de Jean- Jaques Marie, fue cuando pude reconocer a un León Trotsky joven y con toda su energía vital y revolucionaria.

Sin embargo, es hasta hace poco en que supe del texto "La fuga de Siberia en un trineo de renos" de León Trotsky, recientemente publicado por Editorial Siglo XXI en el que va del género epistolar al diario de viaje al narrar su aventura de juventud al escapar en de Siberia siendo preso político del régimen zarista.

En esta reciente bien lograda traducción de Irina Chernova con un prólogo del escritor cubano Leonardo Padura, podemos ver a un León Trotsky con menos de treinta años en el que, dentro del texto, no repara tanto en reflexiones teóricas sino en su actuar, primero como cautivo por el régimen zarista y luego prófugo que escapa para lograr su libertad.

Esta valiosa primera traducción al español de “La fuga de Siberia en un trineo de renos" nos permite ver un poco de la vena literaria del fundador del Ejército Rojo en textos que nos llevan del tedio del hombre preso a la complicada situación del evadido.

Disfrutar y luego revisar con calma este nuevo libro nos da la oportunidad de reconocer a ese León Trotsky desde lo más cercano a la literatura creativa o en sí desde la crónica, recordando su extensa experiencia como periodista.

En su prólogo, Padura comenta que “La fuga de Siberia, que Davidovich (Trotsky) publicó en 1907 con el seudónimo de N. Trotsky bajo el sello de Shipovnik, es un opúsculo que, por la cercanía entre los sucesos narrados y su redacción —por la coyuntura histórica en que ocurren esos acontecimientos, la edad y el grado de compromiso político de su autor en el momento de vivir lo que narra y, de inmediato, decidirse a plasmarlo—, nos entrega a un joven Trotsky casi en estado puro. Y esto en todas sus facetas: la de político, la de escritor, la de hombre de cultura y, sobre todo, la de ser humano”.

Por esto, felicito el esfuerzo de esta primera traducción en español de esta pieza inédita en nuestra lengua, porque le da una energía renovadora a este personaje que no dejo de imaginarlo, imparable en su tren blindado en la construcción del sueño revolucionario o bien antes en un trineo en la búsqueda de la libertad para continuar la lucha. Hay que leerlo.