/ viernes 29 de octubre de 2021

Café Fausto | A la izquierda de la poesía mexicana

La poesía social y política ha estado presente desde el inicio de la lucha por nuestra Independencia, un claro ejemplo es precisamente las décimas escritas por Miguel Hidalgo y Costilla a sus carceleros antes de ser fusilado en 1811.

Si leemos con cuidado esos breves versos que sobrevivieron a ese complicado momento histórico y sabemos que Hidalgo y Costilla también tradujo al menos una obra de Moliere del francés al español tomando cuidado de mantener la estructura rimada de los textos, puedo inferir que el Padre de la Patria era tal vez un hombre que escribió poemas, pero que seguramente el poder político y religioso de España se encargó de destruir. De esto concluimos que desde su nacimiento en México la poesía social y política está marcada por la persecución y los intentos de silenciarla.

Al avanzar el siglo XIX encontramos textos como los poemas patrióticos de Guillermo Prieto, quien desde su postura liberal narró momentos importantes de la vida política con bellas descripciones como el pasaje sucedido en Guadalajara en el que Guillermo Prieto salvó la vida de Benito Juárez el 14 de marzo de 1858 al decir a unos militares que le apuntaban al presidente que “los valientes no asesinan”.

Así llegamos al siglo XX con poetas que nos comparten su postura política y su compromiso social a través de los poemas, y entre los que muchos de ellos son escritores de izquierda y otros tantos militantes comunistas, pero ubicarlos debo reconocer, no es tarea fácil.

Cierto, es difícil encontrar y reconocer la obra de poetas que en su obra fueron incómodos por disidentes, pero todavía más en el caso de los poetas militantes ya sea socialistas o comunistas pues sabemos primero de la censura y la persecución gubernamental durante el represor y antidemocrático régimen priísta, pero también de la autocensura ante un escenario difícil y lleno de tentaciones de lograr mejores espacios de publicación a cambio del silencio en ciertos temas.

Ante esto recuerdo el libro de ensayos “El escritor latinoamericano y la Revolución posible” de Mario Benedetti quien critica ahí severamente a la falta de compromiso revolucionario y conducta grupal y mafiosa de muchos de los escritores mexicanos a inicios de la segunda mitad del siglo XX.

Mucha de esa dinámica prevaleció en el país hasta antes del inicio de la Cuarta Transformación y ahí pudimos encontrar el verdadero rostro de muchos autores que aparentaron ser liberales, pero en realidad eran conservadores y que están molestos al haber perdidos sus privilegios.

A mis manos llegó en esta semana el libro “La libertad tiene otro nombre: Antología de la poesía política y social en México” de Iván Cruz Osorio, publicado el año pasado por la Secretaría de Educación Pública y que es una muestra amplia, pero no completa (ninguna antología lo es) sobre la obra de autores que mostraron en sus poemas su compromiso ideológico.

La obra comprende textos desde el liberal Práxedis Guerrero (1882-1910) hasta José de Jesús Sampedro (1950) ex militante del Partido Comunista Mexicano (PCM) con el que tuvo diferencias por su dogmatismo para girar hacia una postura más humanista dentro de la izquierda.

En este amplio recorrido el autor incluye también a poetas como Ramón López Velarde o Justo A. Santa Anna identificados con el maderismo durante la Revolución Mexicana y no cercanos con la izquierda. Mientras que también se pueden leer autores como Luis Mora Tovar ubicado como miembro del grupo de “Poetas Proletarios” al ser militante comunista y miembro de la Tercera Internacional.

Están en el libro poetas como Renato Leduc, Carlos Pellicer, los estridentistas Germán List Arzubide y Manuel Maples Arce, la poeta Concha Michel, Salvador Novo, Efraín Huerta, Rosario Castellanos, Saúl Ibargoyen, Eduardo Lizalde, los autores de La espiga amotinada como Juan Bañuelos y Óscar Oliva. También José Emilio Pacheco y otros como Max Rojas, Roberto López Moreno, Raúl Navarrete y Jaime Reyes luchador social y vinculado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Por sus poemas de contenido social de los que no se puede negar su existencia, ni la calidad de sus textos se incluye a Octavio Paz, mientras que en lo personal hay omisiones al no estar dentro de la antología autores como José Revueltas y Eraclio Zepeda, del primero se conocen poco sus poemas, mientras que en el caso de Zepeda lo ubican más como narrador, algo injusto al leer sus muy bien logrados poemas.

Queda pendiente que se realice una investigación sobre los poetas en la clandestinidad, aquellos que siendo guerrilleros en nuestro país escribieron poemas y los publicaron, un ejemplo son aquellos que llegaron a incluirse en la revista El Insurgente del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y los espléndidos textos del Subcomandante Marcos del EZLN.

Mientras tanto, recomiendo ampliamente la lectura de La libertad tiene otro nombre: Antología de la poesía política y social en México” de Iván Cruz Osorio por ser una muestra amplia y bien lograda para conocer la poesía social y política de México en el siglo XX.

La poesía social y política ha estado presente desde el inicio de la lucha por nuestra Independencia, un claro ejemplo es precisamente las décimas escritas por Miguel Hidalgo y Costilla a sus carceleros antes de ser fusilado en 1811.

Si leemos con cuidado esos breves versos que sobrevivieron a ese complicado momento histórico y sabemos que Hidalgo y Costilla también tradujo al menos una obra de Moliere del francés al español tomando cuidado de mantener la estructura rimada de los textos, puedo inferir que el Padre de la Patria era tal vez un hombre que escribió poemas, pero que seguramente el poder político y religioso de España se encargó de destruir. De esto concluimos que desde su nacimiento en México la poesía social y política está marcada por la persecución y los intentos de silenciarla.

Al avanzar el siglo XIX encontramos textos como los poemas patrióticos de Guillermo Prieto, quien desde su postura liberal narró momentos importantes de la vida política con bellas descripciones como el pasaje sucedido en Guadalajara en el que Guillermo Prieto salvó la vida de Benito Juárez el 14 de marzo de 1858 al decir a unos militares que le apuntaban al presidente que “los valientes no asesinan”.

Así llegamos al siglo XX con poetas que nos comparten su postura política y su compromiso social a través de los poemas, y entre los que muchos de ellos son escritores de izquierda y otros tantos militantes comunistas, pero ubicarlos debo reconocer, no es tarea fácil.

Cierto, es difícil encontrar y reconocer la obra de poetas que en su obra fueron incómodos por disidentes, pero todavía más en el caso de los poetas militantes ya sea socialistas o comunistas pues sabemos primero de la censura y la persecución gubernamental durante el represor y antidemocrático régimen priísta, pero también de la autocensura ante un escenario difícil y lleno de tentaciones de lograr mejores espacios de publicación a cambio del silencio en ciertos temas.

Ante esto recuerdo el libro de ensayos “El escritor latinoamericano y la Revolución posible” de Mario Benedetti quien critica ahí severamente a la falta de compromiso revolucionario y conducta grupal y mafiosa de muchos de los escritores mexicanos a inicios de la segunda mitad del siglo XX.

Mucha de esa dinámica prevaleció en el país hasta antes del inicio de la Cuarta Transformación y ahí pudimos encontrar el verdadero rostro de muchos autores que aparentaron ser liberales, pero en realidad eran conservadores y que están molestos al haber perdidos sus privilegios.

A mis manos llegó en esta semana el libro “La libertad tiene otro nombre: Antología de la poesía política y social en México” de Iván Cruz Osorio, publicado el año pasado por la Secretaría de Educación Pública y que es una muestra amplia, pero no completa (ninguna antología lo es) sobre la obra de autores que mostraron en sus poemas su compromiso ideológico.

La obra comprende textos desde el liberal Práxedis Guerrero (1882-1910) hasta José de Jesús Sampedro (1950) ex militante del Partido Comunista Mexicano (PCM) con el que tuvo diferencias por su dogmatismo para girar hacia una postura más humanista dentro de la izquierda.

En este amplio recorrido el autor incluye también a poetas como Ramón López Velarde o Justo A. Santa Anna identificados con el maderismo durante la Revolución Mexicana y no cercanos con la izquierda. Mientras que también se pueden leer autores como Luis Mora Tovar ubicado como miembro del grupo de “Poetas Proletarios” al ser militante comunista y miembro de la Tercera Internacional.

Están en el libro poetas como Renato Leduc, Carlos Pellicer, los estridentistas Germán List Arzubide y Manuel Maples Arce, la poeta Concha Michel, Salvador Novo, Efraín Huerta, Rosario Castellanos, Saúl Ibargoyen, Eduardo Lizalde, los autores de La espiga amotinada como Juan Bañuelos y Óscar Oliva. También José Emilio Pacheco y otros como Max Rojas, Roberto López Moreno, Raúl Navarrete y Jaime Reyes luchador social y vinculado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Por sus poemas de contenido social de los que no se puede negar su existencia, ni la calidad de sus textos se incluye a Octavio Paz, mientras que en lo personal hay omisiones al no estar dentro de la antología autores como José Revueltas y Eraclio Zepeda, del primero se conocen poco sus poemas, mientras que en el caso de Zepeda lo ubican más como narrador, algo injusto al leer sus muy bien logrados poemas.

Queda pendiente que se realice una investigación sobre los poetas en la clandestinidad, aquellos que siendo guerrilleros en nuestro país escribieron poemas y los publicaron, un ejemplo son aquellos que llegaron a incluirse en la revista El Insurgente del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y los espléndidos textos del Subcomandante Marcos del EZLN.

Mientras tanto, recomiendo ampliamente la lectura de La libertad tiene otro nombre: Antología de la poesía política y social en México” de Iván Cruz Osorio por ser una muestra amplia y bien lograda para conocer la poesía social y política de México en el siglo XX.