/ martes 21 de diciembre de 2021

Basta, ¡No más Violencia de Género!

El último día del mes pasado, en este mismo medio (que ha permitido amablemente publicar mis opiniones), estimaba que los gobiernos (indistintamente), han fallado a nuestra sociedad; ya que las políticas públicas contra la mujer, no atienden las demandas en violencia de género. Mencioné que hemos llegado al grado de normalizar conductas violentas invisibilizadas o inconscientes, no obstante la existencia de un sin número de programas, estrategias, estudios y toda una gama de disposiciones legales nacionales y globales (aprobadas por los países que integran la Organización de Naciones Unidas, para erradicar la violencia contra la mujer).

En mi esfuerzo reflexivo de ese tema, también manifestaba mi parecer “si bien es cierto que, con el transcurrir del tiempo, ha disminuido la violencia contra la mujer, también lo es que, son mínimos los resultados”.

Mi intensión de continuar en esta ocasión, con el análisis del fenómeno de la violencia contra la mujer, obedece a la opinión del representante del máximo órgano judicial en nuestro país del mismos tema, me refiero al presidente de la Suprema Corte de Justicia de Nación, el ministro doctor en derecho, Arturo Fernando Zaldívar Lelo, que en su opinión, en uno de los diarios de mayor circulación en el país (milenio: Basta, de fecha 7 de diciembre de 2021), reconoce expresamente, la existencia de violencia contra la mujer, en el análisis sugiere… “El llamado es a reconsiderar las bases mismas sobre las que esta construido nuestro orden social. Los argumentos son claros y contundentes: vivimos en una sociedad que tolera la violencia de género, que la perpetua, la reproduce y la invisibiliza.”

Bien lo refiere el ministro Zaldívar, creemos que la violencia de género, “es una realidad muy lejana”; tiene muchas caras: en nuestra vida cotidiana, en nuestra actitud condescendiente y paternalista con que muchas mujeres son tratadas en público, en la objetivación, en las charlas casuales de oficina, en las bromas; en las miradas indeseadas.

La violencia de género es una realidad que a diario vivimos y convivimos por desfortuna de manera normalizada. Por referir algunos acontecimientos de violencia normalizada, llamó la atención, la normalización con que se acepta socialmente conductas inapropiadas (violentas), de un agresor.

En un espacio virtual grupal del que soy parte, hace apenas unos días, se realizó un intercambio epistolar de varios participantes; es el caso que, se cuestionaba el actuar (en un evento de capacitación), de un personaje con antecedente de violentador contra varias mujeres. Personaje que por cierto, tiene orden de restricción por autoridad competente en la entidad; es decir, legalmente tiene prohibido acercarse a un perímetro determinado, dónde se encuentre cualquiera de las personas que solicitaron la orden de restricción.

Habría que tomar en cuenta la opinión del Dr. Zaldívar, cuando refiere que “Más allá de los discursos, de los compromisos y de las reflexiones académicas, erradicarlas es un objetivo que debe estar en el centro de la toma de decisiones en todos los ámbitos de nuestra sociedad”.

Con preocupación leía la cadena de textos en dicho grupo virtual, en el que participaban más de media docena de personas en las que se advertía, fueron testigos presenciales de los sucesos. En el intercambio de impresiones, se mencionan recriminaciones por omisiones o permisividad de quienes presenciaron el evento, que iban desde: “protegieron al agresor”, al presentarse la autoridad de la policía municipal (a la que no le permitieron, se lo llevaran), “solapar” conductas que incitan a la violencia (incluso por mujeres mismas), “complicidad” con el agresor para romper la orden de restricción, actos de “sumisión”, incluso saludar de beso al agresor, hay quien sugirió olvidar el desencuentro y dar carpetazo (así se aprecia en el texteo), culpabilidad de una de las víctimas, sí presenta demanda, por el “¿que dirán, que me aproveche?”, entre otros. De lamentar. Ese es nuestro contexto, nuestra realidad.

En términos del máximo exponente de la justicia de nuestro país, ha definido como violencia de género: al acoso, el ridiculizar, el descalificar o humillar en público, amenazar, acechar, silenciar, entre otras. A caso, de entre las formas de referidas, ¿no se presentaron en el evento referido?. Además, había autoridades partidistas y, hasta aspirantes a ser candidatas al gobierno en la próxima elección.

No es desfasada la expresión del Dr. Zaldívar, al afirmar que vivimos en una sociedad que “tolera la violencia, la perpetua, la reproduce y la invisibiliza”.

Eso, que ha pasado hace apenas unos días, nos permite insistir en lo que afirma el multicitado personaje del máximo órgano de justicia en el país, “El escepticismo frente a este fenómeno: cuestionar su existencia, minimizarlo, ignorarlo o relativizarlo, también es una forma de violencia, quizá la más insidiosa”.

¡Tomemos la decisión…basta de violencia!

El último día del mes pasado, en este mismo medio (que ha permitido amablemente publicar mis opiniones), estimaba que los gobiernos (indistintamente), han fallado a nuestra sociedad; ya que las políticas públicas contra la mujer, no atienden las demandas en violencia de género. Mencioné que hemos llegado al grado de normalizar conductas violentas invisibilizadas o inconscientes, no obstante la existencia de un sin número de programas, estrategias, estudios y toda una gama de disposiciones legales nacionales y globales (aprobadas por los países que integran la Organización de Naciones Unidas, para erradicar la violencia contra la mujer).

En mi esfuerzo reflexivo de ese tema, también manifestaba mi parecer “si bien es cierto que, con el transcurrir del tiempo, ha disminuido la violencia contra la mujer, también lo es que, son mínimos los resultados”.

Mi intensión de continuar en esta ocasión, con el análisis del fenómeno de la violencia contra la mujer, obedece a la opinión del representante del máximo órgano judicial en nuestro país del mismos tema, me refiero al presidente de la Suprema Corte de Justicia de Nación, el ministro doctor en derecho, Arturo Fernando Zaldívar Lelo, que en su opinión, en uno de los diarios de mayor circulación en el país (milenio: Basta, de fecha 7 de diciembre de 2021), reconoce expresamente, la existencia de violencia contra la mujer, en el análisis sugiere… “El llamado es a reconsiderar las bases mismas sobre las que esta construido nuestro orden social. Los argumentos son claros y contundentes: vivimos en una sociedad que tolera la violencia de género, que la perpetua, la reproduce y la invisibiliza.”

Bien lo refiere el ministro Zaldívar, creemos que la violencia de género, “es una realidad muy lejana”; tiene muchas caras: en nuestra vida cotidiana, en nuestra actitud condescendiente y paternalista con que muchas mujeres son tratadas en público, en la objetivación, en las charlas casuales de oficina, en las bromas; en las miradas indeseadas.

La violencia de género es una realidad que a diario vivimos y convivimos por desfortuna de manera normalizada. Por referir algunos acontecimientos de violencia normalizada, llamó la atención, la normalización con que se acepta socialmente conductas inapropiadas (violentas), de un agresor.

En un espacio virtual grupal del que soy parte, hace apenas unos días, se realizó un intercambio epistolar de varios participantes; es el caso que, se cuestionaba el actuar (en un evento de capacitación), de un personaje con antecedente de violentador contra varias mujeres. Personaje que por cierto, tiene orden de restricción por autoridad competente en la entidad; es decir, legalmente tiene prohibido acercarse a un perímetro determinado, dónde se encuentre cualquiera de las personas que solicitaron la orden de restricción.

Habría que tomar en cuenta la opinión del Dr. Zaldívar, cuando refiere que “Más allá de los discursos, de los compromisos y de las reflexiones académicas, erradicarlas es un objetivo que debe estar en el centro de la toma de decisiones en todos los ámbitos de nuestra sociedad”.

Con preocupación leía la cadena de textos en dicho grupo virtual, en el que participaban más de media docena de personas en las que se advertía, fueron testigos presenciales de los sucesos. En el intercambio de impresiones, se mencionan recriminaciones por omisiones o permisividad de quienes presenciaron el evento, que iban desde: “protegieron al agresor”, al presentarse la autoridad de la policía municipal (a la que no le permitieron, se lo llevaran), “solapar” conductas que incitan a la violencia (incluso por mujeres mismas), “complicidad” con el agresor para romper la orden de restricción, actos de “sumisión”, incluso saludar de beso al agresor, hay quien sugirió olvidar el desencuentro y dar carpetazo (así se aprecia en el texteo), culpabilidad de una de las víctimas, sí presenta demanda, por el “¿que dirán, que me aproveche?”, entre otros. De lamentar. Ese es nuestro contexto, nuestra realidad.

En términos del máximo exponente de la justicia de nuestro país, ha definido como violencia de género: al acoso, el ridiculizar, el descalificar o humillar en público, amenazar, acechar, silenciar, entre otras. A caso, de entre las formas de referidas, ¿no se presentaron en el evento referido?. Además, había autoridades partidistas y, hasta aspirantes a ser candidatas al gobierno en la próxima elección.

No es desfasada la expresión del Dr. Zaldívar, al afirmar que vivimos en una sociedad que “tolera la violencia, la perpetua, la reproduce y la invisibiliza”.

Eso, que ha pasado hace apenas unos días, nos permite insistir en lo que afirma el multicitado personaje del máximo órgano de justicia en el país, “El escepticismo frente a este fenómeno: cuestionar su existencia, minimizarlo, ignorarlo o relativizarlo, también es una forma de violencia, quizá la más insidiosa”.

¡Tomemos la decisión…basta de violencia!